domingo, junio 16, 2013

74. Globalización


Fecha: 01 de enero de 2013                       


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TEMAS: Cultura, Globalización.
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RESUMEN: 1. Globalización puede ser definida como un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo que unifican sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.
2. A la abundancia de datos y la inmediatez de los mismos se enfrenta la idea sosegada, meditada y asimilada, hecha propia, personalizada por medio del conocimiento.
3. La realidad es la verdad de las cosas y también del mismo hombre que dice que la verdad del hombre es su valor único e insustituible: su dignidad.
4. La característica fundamental del humanismo cívico debe ser anteponer el valor de la verdad a cualquier interés práctico o coyuntural. Ninguna estrategia puede justificar el sacrificio deliberado de la verdad.


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1. Mercado global
Alejandro Llano citando a santo Tomás de Aquino dice que «dos cosas hay que corrompen la justicia: la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso».
Los que se dedican a las encuestas y estadísticas nos recuerdan que el 65% de las personas que habita la Tierra no ha realizado nunca una llamada telefónica. También nos dicen que en la isla de Manhattan  hay más conexiones electrónicas que en toda África.
La globalización puede ser definida como un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo que unifican sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.  Pero la realidad es que hoy por hoy, la globalización mundial es un gran zoco donde los que dominan el mundo pueden vender más caro y comprar más barato, sobre todo, porque se rige por las leyes económicas y no por las leyes morales.
Convendría reparar en que las relaciones electrónicas que son la base técnica de la globalización tienen una índole fundamentalmente técnica, mientras que las relaciones familiares son básicamente humanas. La cuestión central es que el hombre sigue siendo hombre y no se ha convertido en una máquina que encaja en un engranaje global.
Así sucede que el hombre global tiene medios técnicos que le permiten recibir abundante información en tiempo real, pero en muchas ocasiones carece del criterio y la formación necesaria para poder entender y asimilar la ingente información recibida: «información mucha, pero conocimiento poco».

2. Conocer o saber
Porque tener información no es lo mismo que estar informado. Para estar informado es necesario conocer la información recibida. El conocimiento es una actividad humana que hace referencia al saber, al entendimiento y la inteligencia que son actividades netamente humanas que precisan de tiempo, reflexión y estudio. Y aquí reside la mayor dificultad. La reflexión exige tiempo, lentitud, sosiego, tranquilidad, distancia y perspectiva.
A la abundancia de datos y la inmediatez de los mismos se enfrenta la idea sosegada, meditada y asimilada, hecha propia, personalizada por medio del conocimiento. Y esto es algo que la globalización no permite, no quiere y hasta casi hace suponer que es precisamente a lo que se opone. Globalización y pensamiento parece que se excluyen.
Sin embargo, el hombre debe empeñarse en ser precisamente hombre y eso significa tanto como volver a pensar, hacerse preguntas y aprender a responderlas. En una palabra, saber qué hay detrás de toda la información que le llega a toda velocidad. Y aquí aparece un problema: el hombre no nace enseñado, sino que la propia vida es aprendizaje hasta poder decir que «para saber hay que llegar a saber».
Conocimiento y sabiduría que excede de la mera información, de la acumulación de datos, de la inmediatez de la noticia, para llegar hasta la fecundidad, a la profundidad y con ellas a las raíces y el sentido de todo.

3. De la eficacia a la dignidad
Uno de los principios de la Ilustración es la racionalización del mundo y de la sociedad por medio de la ciencia y la tecnología, del progreso histórico y la democracia liberal como la solución a todos los problemas políticos y sociales.
Sin embargo, la toma de conciencia de la crisis de la modernidad viene dada por la comprobación histórica de que ninguna de sus aspiraciones racionalistas se ha cumplido: el hombre no ha sido más feliz bajo los postulados racionalistas. Al final, se comprende que la realidad no es lo que nosotros comprendemos con nuestro entendimiento, sino que solamente podemos ver lo que es real.
La realidad es la verdad de las cosas, de la naturaleza entera y también del mismo hombre y la realidad nos dice que la verdad del hombre es su valor único e insustituible: su dignidad. La dignidad humana hace referencia necesariamente a su valor ético por encima de parámetros económicos, mercantiles o de intercambio. El hombre no vale mucho ni poco, el hombre «es». Y este reconocimiento ético del hombre nos lleva a entender que debemos aprender a distinguir entre lo que parece bueno y lo que es bueno; lo que apetece y lo que conviene; lo que distrae y lo que enriquece. Y esto se aprende, no se lleva en el “adn” de origen, sino que se debe adquirir.

4. Ante todo el hombre
El eje decisivo ahora es el hombre: lo humano o no-humano. Lo que importa es el desarrollo de la persona en toda su amplitud ética, cultural, social, técnica y científica. Y lo no-humano que se opone al hombre es la masificación, la cosificación del hombre considerado como mercancía, como elemento de producción, como material sustituible y reciclable.
Y es que debemos recordar la vieja enseñanza de la metafísica: aunque nosotros no lo seamos, la realidad es siempre fiel a sí misma. Y lo más interesante de esta globalización en la que vivimos y estamos inmersos es que lo humano —la calidad ética y cultural— se pondrá de manifiesto cada vez de manera más clara gracias a la transparencia que aportan las nuevas tecnologías.
En esta sociedad global donde importa el conocimiento más que la información el valor por antonomasia debería ser la verdad. Por esto mismo, resulta más llamativo aún cómo se ha trivializado la verdad en la sociedad tecnológica y global. La característica fundamental del humanismo cívico debe ser anteponer el valor de la verdad a cualquier conveniencia práctica o coyuntural. Ninguna estrategia puede justificar el sacrificio deliberado de la verdad.
Cuando una sociedad sacrifica la verdad se convierte en una sociedad que busca otros fines distintos. Sin el referente de la verdad, sin la medida de los valores que la buscan y la hacen presente entre los hombres, la convivencia social se convierte en un totalitarismo más o menos visible que sólo atiende a fines de poder a costa del sacrificio del hombre. De este totalitarismo práctico no está exenta la sociedad global del mercado único de compras y ventas.


Felipe Pou Ampuero

Bibliografía
1.      Alejandro Llano Cifuentes, Globalización y cultura, en su libro Cultura y pasión, Eunsa, Pamplona, 2007.
2.      Card. Bertone, respuesta en nombre de Benedicto XVI, al primer ministro británico Gordon Brown, 18 junio 2008.
3.       Juan Pablo IIMensaje a los empresarios, 3 marzo 2004.
4.      Rafael Domingo, Nuevos principios para un nuevo orden mundial, ABC, 2 de mayo de 2006.
5.      Benedicto XVI, Los tres desafíos del mundo globalizado, carta a Mary Ann Glendon, Vaticano 28 abril 2007.
6.       Alejandro Navas, La generación Ipad, La Razón.

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