sábado, julio 06, 2013

75. Uno y Trino


Fecha: 01 de julio de 2013             


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TEMAS: Cultura, Fe.
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RESUMEN: 1. No deberíamos estar tan preocupados por saber qué es Dios y, por el contrario, deberíamos intentar conocer cómo es Dios y cómo se manifiesta por medio de la Revelación.
2. La Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. Todos los cristianos nos iniciamos en la vida de la gracia en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en el sacramento del Bautismo.
3. Jesús llamaba a su Padre «abbá», papá, con el  apelativo cariñoso del término arameo en que los niños se dirigen a su propio padre.
4. El hombre racional no es capaz de entender qué es Dios, por el contrario, sí podemos entender que pretender definir a Dios es indiferente para el corazón del hombre.

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1. Misterio
Dios es un misterio y la inteligencia humana es incapaz de entenderlo. Si se tratara de un asunto de capacidad podríamos decir que el misterio de Dios no «cabe» en la inteligencia del hombre.
Por esto no deberíamos estar tan preocupados por saber qué es Dios y, por el contrario, deberíamos intentar conocer cómo es Dios y cómo se manifiesta por medio de la Revelación.
Es evidente que Dios es Creador, Juez, Legislador, el Bien, la Belleza y la Verdad. Pero todo eso son atributos y cualidades de Dios que no le definen. Si tuviéramos que definir a Dios en una sola palabra ninguna de las anteriores nos serviría. Dios es el Creador de todo lo visible y lo invisible, pero no es un creador lejano, ausente, ajeno a las cosas de los hombres y al transcurrir de la historia.
Dios, por medio de Jesucristo se ha revelado y nos ha comunicado que es Trinidad: tres personas distintas y un solo Dios verdadero. No son tres dioses, sino que solo existe un solo Dios. Pero no son la misma persona, puesto que la persona del Padre no se confunde con la del Hijo ni con la del Espíritu Santo.

2. La Trinidad
La Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. Todos los cristianos nos iniciamos en la vida de la gracia en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en el sacramento del Bautismo y siempre que hacemos la señal de la cruz nos santiguamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Por la misma razón damos gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo reparando en cada una de la “íes”  cada una de las Personas de la Trinidad.
Que Dios es Trinidad lo sabemos por Revelación divina, no por ciencia humana. Y si lo sabemos es que así es y para nuestro bien. Sin embargo, sigue siendo un misterio para el hombre que no puede entender. Decía san Agustín «si lo has entendido, no es Dios». Parece que Dios juega con los hombres a una adivinanza imposible.

3. Padre, Hijo y Espíritu Santo
En primer lugar, Dios es Padre, es el Creador no creado del cielo y de la tierra, de lo visible y lo invisible. Es el principio y el fin, el alfa y el omega, es todo lo que debemos adorar. Pero Dios, además, se revela como Padre, como un padre cariñoso que busca y quiere a sus hijos. Jesús llamaba a su Padre «abbá», papá, con el  apelativo cariñoso del término arameo en que los niños se dirigen a su propio padre.
Dios Padre es el padre de la parábola del hijo pródigo que sale a buscar y a esperar al hijo, el que va a buscar la oveja perdida, el que compra el campo para buscar el tesoro. A ese padre cariñoso y familiar es al que podemos dirigirnos como hijos necesitados y pedirle su ayuda y amparo. No debemos tener miedo a un padre cariñoso.
El Hijo ha sido engendrado por el Padre, no creado sino engendrado por el Padre, y por eso es de la misma naturaleza del Padre y es Dios. El Padre engendra al Hijo en la eternidad, en cada momento, fuera de la historia y del tiempo, no existe un antes ni un después, sino un eternamente engendrado.
El Padre que es la Sabiduría conoce todo con perfección absoluta y se conoce a Sí mismo de manera perfecta. De tal manera que ese conocimiento perfecto de Sí mismo engendra al Hijo que es la Palabra y la Razón de Dios. Se podría intentar explicar diciendo que el Padre tiene una imagen de Sí mismo que es tan perfecta y tan fiel que no es una imagen sino una realidad y que es otra Persona distinta del Padre pero que no puede ser menos que el Padre y es también Dios, aunque no puede ser otro Dios porque habría dos dioses y el Dios absoluto no puede ser más que uno. Luego la imagen que el Padre tiene de Sí mismo es Dios Hijo, que también es Dios pero es la persona del Hijo.
El Hijo se ha encarnado, se ha hecho un hombre como nosotros para redimirnos de la esclavitud del pecado y por amor se ha dejado clavar en la cruz para ganarnos la vida eterna. Jesús es el Salvador, pero no un salvador cualquiera de entre varios posibles, sino el Salvador necesario. Fuera de Cristo no hay salvación, fuera de las palabras de Cristo —el Evangelio—, no hay salvación. Y además, Cristo es nuestro modelo es el modelo a quien imitar en la vida para alcanzar la vida eterna.
El Espíritu Santo no ha sido creado, ni tampoco ha sido engendrado, sino que procede del Padre y del Hijo. El Padre y el Hijo se aman eternamente y el acto de voluntad de querer tan perfecto produce en el que quiere una nueva realidad que es el Espíritu Santo.
La relación de amor entre el Padre y el Hijo tiene como fruto la procedencia del Espíritu Santo. Es el Amor, el Consolador de los cristianos, el Santificador que con sus dones nos alcanza la vida eterna con Dios, es el Señor y dador de vida que habló por los profetas.
Es llamado Espíritu por analogía con el soplo vital que nos anima y nos marca el ritmo de nuestras emociones. Es el don por excelencia porque lo propio de Dios es darse. La voluntad tiende hacia lo que fue el principio del conocimiento. Dios Padre pensando en Sí mismo concibe el Verbo y partiendo del Verbo ama todas las cosas en Sí mismo.

El hombre racional no es capaz de entender qué es Dios, por el contrario, sí podemos entender que pretender definir a Dios es indiferente para el corazón del hombre. Lo que el mismo Dios quiere cuando nos revela el misterio trinitario es mostrarnos la esencia divina para dar verdadero sentido a nuestras vidas. Y si tuviéramos que resumir a Dios en una sola palabra en justicia solo podríamos decir que Dios es Amor. ■


Felipe Pou Ampuero

Bibliografía
1.      Catecismo de la Iglesia Católica, 232-267.
2.      Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 44-49.
3.      Benedicto XVI, Carta apostólica Porta fidei, Roma 11 de octubre de 2011.
4.      San Josemaría, Homilía Humildad, en Amigos de Dios, 104-109.
5.      J. Ratzinger, El Dios de los cristianos. Meditaciones, Ed. Sígueme, Salamanca 2005.
6.      Resúmenes de fe cristiana,  Tema 5: La Santísima Trinidad, www.opusdei.org