domingo, octubre 01, 2006

18. Razonable

Fecha: 1 de octubre de 2006
TEMAS: Fe, Razón, Verdad.

RESUMEN: 1. La postura del hombre frente a la existencia de Dios se reduce a una disyuntiva: vivir como si Dios no existiera o, por el contrario, vivir como si Dios existiera.

2. Pero ¿alguna vez se nos ha ocurrido pensar que, en cualquier caso, sería bueno que Dios existiera? Lo mejor para el hombre y para la humanidad, lo más razonable es que Dios exista.

3. Parece que la existencia de Dios es más razonable que su inexistencia y para la vida del hombre sería más asequible y tranquilizador que Dios existiera. Sin embargo, no tenemos pruebas científicas de la existencia de Dios.

4. Cuando una madre hace lo imposible por un hijo, cuando un hombre ama a una mujer y siempre que un hombre pone empeño en conseguir algo es el espíritu el que vence a la materia y proclama que la persona es algo más materia.

5. La ciencia es capaz de conocer una parte de la realidad, la que puede llegar a comprobar, pero la ciencia humana no agota la realidad. Una cosa es que la ciencia actúe con métodos racionales y otra que la razón quede limitada por la ciencia, que no es así.

6. Que el hombre no sea capaz de entender las razones de Dios no significa que Dios no tenga razones o no tenga razón.

SUMARIO: 1. Como si Dios existiera.- 2. El espíritu.- 3. El sentido de las cosas.- 4. El método científico.- 5. La realidad.- 6. El Logos.

1. Como si Dios existiera

Ante la existencia de Dios cualquier hombre puede adoptar distintas posturas. Pero en resumen la postura del hombre frente a la existencia de Dios se reduce a una disyuntiva: vivir como si Dios no existiera o, por el contrario, vivir como si Dios existiera. La elección de una u otra postura depende de muchas razones. Para los que creen que Dios existe acaban concluyendo que creen por la fe. Con esta explicación dejan un poco atónitos a los que no tienen fe, porque parece que la existencia de Dios dependiera solamente de la fe personal.

Para los que opinan que Dios no existe manifiestan que la existencia de Dios no es verificable, no se puede comprobar científicamente y, por tanto, la cuestión sobre la existencia de Dios no pertenece al mundo de la realidad, sino al mundo subjetivo de la imaginación de cada uno. Allá cada cual con lo que quiera creer y pensar.

Pero ¿alguna vez se nos ha ocurrido pensar que, en cualquier caso, sería bueno que Dios existiera? Lo mejor para el hombre y para la humanidad, lo más razonable es que Dios exista. Cuando contemplamos la naturaleza y el mundo creado, el firmamento, y todo lo que existe y nos parece tan armonioso que cada cosa esté en su sitio y que haya un tiempo para cada cosa, todo eso nos lleva a pensar que existe un orden en la existencia de las cosas, que cada cosa creada tiene unas leyes dentro de sí que dicen cómo tiene que ser. Y existe una armonía en la creación que no sería posible si Alguien no lo hubiera hecho[1].

Si Dios no existiera todo sería consecuencia de un caos, de un desorden y de una casualidad. A la postre todo sería consecuencia de un absurdo sin sentido. Sería un despropósito que de lo anormal se derivara lo normal. Para ninguno de nosotros tiene sentido que de lo absurdo y sin sentido se pueda derivar lo razonable y el sentido de las cosas. Por pura casualidad no se hace un mundo.

Es verdad que no tengo la certeza científica de que el origen del universo sea obra de Dios, pero tampoco tengo certeza científica de que el origen del universo se deba a una casualidad. Y puestos a no poder comprobar ninguna de las dos tesis prefiero quedarme con la tesis más razonable que me dice que el mundo tiene un orden interno y unas leyes que lo rigen y hacen funcionar y que todo esto es obra de un Ser superior que lo ha creado y no de la pura casualidad.

2. El espíritu

Los hombres tenemos espíritu. No somos solamente materia —carne con ojos, que diría alguien—. El hombre no es una máquina, ni un robot. Aunque podríamos explicar que las potencias, la inteligencia, la voluntad, el temperamento, el carácter, el temple de cada uno y su estado de ánimo, al fin y al cabo, no son sino procesos químicos de sustancias que se unen en nuestro cerebro —que no deja ser una parte de nuestro cuerpo y materia es— y que provocan reacciones en el hombre. Sin embargo, el hombre es capaz de vencer a su propio cuerpo y a su propia materia, de ir contra su propia química, de vivir conforme a su voluntad y no conforme a su necesidad. Cuando una madre hace lo imposible por un hijo, cuando un hombre ama a una mujer y siempre que un hombre pone empeño en conseguir algo es el espíritu el que vence a la materia y proclama que la persona es algo más que materia.

Ese algo más que llamamos espíritu y que supera a la simple materia ¿de dónde viene? ¿cuál es su origen? Podemos pensar que está ahí sin más. Pero es más razonable pensar que tenemos espíritu por alguna causa que ha sido capaz de infundirnos el espíritu. De algún sitio procederá el espíritu ya que no procede de la materia, puesto que no es materia. Lo razonable es pensar que el espíritu procede de un Ser superior que nos dio el espíritu como participación de su propio espíritu. No lo tengo comprobado pero, en mi opinión, es más razonable pensar esto que su contrario.


3. El sentido de las cosas

El propio sentido de las cosas, de las maneras de actuar las personas, de los modos de comportarnos y de vivir en sociedad con los demás. Tenemos una noción de lo bueno y de lo malo. De lo que es comportarse con corrección y de lo que significa ser una mala persona. El sentido común nos dice que existe una manera de estar que es la adecuada. Que nos debemos comportar con sencillez, con veracidad, con valentía, ser sinceros y más cosas. El sentido común nos dice que es mejor ser de esta manera que de la contraria. Que los falsos, los malvados, los cobardes, los traidores no son buena compañía ni hacen bien a nadie. Y todo esto ¿por qué es así? ¿Será por pura causalidad o porque existe una referencia precisa de lo que está bien y de lo que está mal? Porque los hombres no podemos comportarnos de cualquier manera, sino tan solo de la manera acertada y el que no se comporta de la manera acertada se equivoca, no acierta y a la postre es un desgraciado y un infeliz en la vida. Puedo pensar que esto es así por pura casualidad o puedo pensar que existe el Bien, la Verdad, la Vida y el sentido de las cosas. Que todo esto sólo lo puede explicar Aquel de quien proviene el bien porque es el mismo Bien. Puedo pensar lo contrario, pero me parece más razonable pensar que existe un Ser superior que es la referencia de la vida, es el Absoluto, es el Ser por excelencia que da la medida a los demás que tan solo existimos participando del ser.


4. El método científico

Los científicos tienen unos métodos de investigación. Siguen unos procesos racionales por medio de los cuales avanzan en sus experimentos y pueden llegar a descubrir nuevas realidades que antes estaban allí pero nos eran desconocidas. No crean nada, pero lo descubren: amplían nuestro concepto de la realidad. Es el razonamiento humano que sigue los dictados de la lógica. De lo simple se llega a lo complejo, de lo sencillo a lo complicado, de la unidad a la pluralidad, de las premisas a las conclusiones, de la parte al todo. Las personas no somos seres absurdos o sin sentido, no somos seres que actúan por causalidades de la vida. No nos comportamos así. No sería lógico pensar que el mundo y la realidad que nos rodea y nos esforzamos en conocer razonadamente existan por causas no razonables. En tal caso los científicos estarían perdiendo el tiempo: ¿por qué buscar razones en la realidad cuando la realidad no obedecería a ninguna razón? Y, por cierto, qué miedo ¿no? Porque si todo fuera fruto de la casualidad qué sería de nosotros mañana.

El hombre desde que tiene noticia de sí mismo se realiza siempre la misma pregunta que es fundamental para cada uno: ¿quién soy? ¿para qué vivo? ¿cuál es el sentido de mi vida? Si Dios no existiera dónde estaría la verdad: ¿en la opinión de cada uno? Pero esto es tanto como declarar que no existe la verdad, sino la propia opinión. Lo que prevalecería sería la suma de las opiniones, es decir, la mayoría. Pero la mayoría que se pudiera defender frente a la opinión solitaria pero más poderosa.

Frente al estado totalitario la mayoría de la población oprimida opina que el opresor debe desaparecer, pero el opresor no reconoce esa opinión mayoritaria como verdadera. Además la mayoría por sí misma no es más razonable. Si el ochenta por ciento de un parlamento vota que somos extraterrestres no tengo por qué estar de acuerdo con tal decisión por muy mayoritaria que sea.

Mi vida no vale nada si depende de la opinión de los demás, de la mayoría o del poderoso. Porque entonces mi vida deja ser valiosa para convertirse en sólo útil o provechosa para la mayoría o el opresor. No. Mi vida vale por sí misma y esto es así porque existe la Verdad y esa verdad dice que mi vida es valiosa y no simplemente útil. Y esto sólo puede ocurrir, razonablemente, si existe un Ser superior que dice lo que está bien y lo que está mal, lo que es verdadero y lo que es falso.


5. La realidad

Parece que la existencia de Dios es más razonable que su inexistencia y para la vida del hombre sería más asequible y tranquilizador que Dios existiera. Sin embargo, no tenemos pruebas científicas de la existencia de Dios. Tenemos testimonios y declaraciones de otras personas, que han visto, que han oído, que han sentido… Pero la existencia de Dios es una realidad que no se puede comprobar científicamente. No podemos demostrar que Dios existe porque la existencia de Dios no es verificable por procedimientos humanos.

Para algunos esto es suficiente para concluir que si Dios no es demostrable Dios no existe. Dicen esto porque presuponen que la realidad está delimitada por aquello que podamos comprobar con métodos experimentales. Como si todo lo que no se pudiera comprobar no existiera.

Las cosas no son así. La realidad es superior a la ciencia, más amplia y más rica. La ciencia es capaz de conocer una parte de la realidad, la que puede llegar a comprobar, pero la ciencia humana no agota la realidad. Esto es una pretensión cientifista, que no es lo mismo que científica. Por otra parte, la razón y lo racional no queda limitado por la ciencia, como si solo fuera racional aquello que la ciencia experimental ha podido comprobar y certificar. Una cosa es que la ciencia actúe con métodos racionales y otra que la razón quede limitada por la ciencia, que no es así.

La razón es superior a la ciencia. La pregunta del por qué del hombre y la razón de su existencia no la puede contestar la ciencia experimental y, sin embargo, la contestación a estas preguntas no pueden ser sino racionales porque el hombre como tal es un ser racional por esencia. Es verdad. Si no sé la fórmula del ácido acetilsalicílico no me importa mucho y puedo pasar sin saberlo la vida entera. Pero si no sé qué pinto en la vida y qué hacer con mi vida tengo un problema serio.

La persona no es un mono con raciocinio. Es distinto. Es otra cosa. Es persona. La razón es esencial a la persona. Y hasta aquí vemos que es más razonable que Dios exista. Si ese Dios al que descubrimos como razonable ha creado un mundo razonable también sería razonable pensar que el Ser superior que ha causado todo esto es un Ser razonable, con razón, racional. Dios no es un ser caprichoso, juguetón, de voluntad modificable y ligera. No es razonable pensar eso de Dios. Es más razonable pensar que Dios es razonable, más aún, pensar que Dios es la misma Razón, el «Logos». Y por ser la Razón sus obras son razonables.


6. El Logos

Pero la razón de Dios no es la razón del hombre. Ni tampoco es lógico pensar que la razón del hombre, que es inferior, puede comprender la razón de Dios que es superior. Esto sería tanto como querer introducir el mar dentro de un vaso de agua. Lo mayor no puede caber dentro de lo menor. Y el que el hombre no sea capaz de entender las razones de Dios no significa que Dios no tenga razones o no tenga razón.

Es más razonable pensar que puesto que el hombre no puede comprender del todo a Dios es el mismo Dios quien se acerque a la razón del hombre y le descubra verdades que con la razón humana el hombre nunca podría descubrir.

Si resulta que lo razonable es que Dios exista y además también es razonable que de existir Dios exista como Razón, la Palabra de Dios es buena y nos conviene porque, ante todo, es razonable. No es solamente conveniente o favorable sino razonable. Y siendo razonable de quien es la Razón tendremos que concluir que la Palabra de Dios es necesaria para el hombre porque le muestra el camino de su felicidad y el sentido de su vida. ¡Atención! No un posible sentido de su vida entre otros muchos, sino precisamente el verdadero sentido de su vida, no comparable con ningún otro sentido.

Ante los dictados de la moral y de la ética, el hombre moderno se muestra receloso porque piensa que tales normas coartan y limitan su libertad. Le oprimen y no le dejan ser él mismo. Por tanto, concluye el hombre moderno, es necesario liberarse de las ataduras y suprimir la esclavitud de la norma moral. Nada más erróneo.

Las normas morales no son un límite de la expresión humana. Al contrario, son el único medio adecuado para la expresión humana. Por medio de la moral y de la ética basada en la verdad de Dios el hombre se encuentra consigo mismo y es capaz de ser verdaderamente hombre y no sólo animal o solo materia o solo un absurdo. «Si Dios no existe, todo me está permitido» repetía el ateo de Iván Karamazov, y no le faltaba razón.

Quién es más humano, pregunto, Teresa de Calcuta o Atila, por poner dos ejemplos. Los dos eran personas humanas, desde luego. Pero no han representado la humanidad de la misma manera, ni nos identificamos con ellos en la misma medida. Con quién me identifico mejor con el vecino amable y servicial o con el que miente, engaña y extorsiona a cuantos se encuentra en su camino.

¿Entonces creer que Dios existe es una cuestión racional? Bien sabemos que no. Si fuera así la cuestión se habría resuelto hace mucho tiempo. «El problema estriba en si el mundo proviene de lo irracional —y si la razón no es más que un subproducto, quizá incluso dañino, de su desarrollo— o si el mundo proviene de la razón y es consiguientemente su criterio y su meta»[2].

Ante lo que el hombre no llega a comprender debe suplir su incapacidad con un voto de confianza en lo más razonable. Porque la razón humana tampoco es fruto de la casualidad, sino imagen de la Razón creadora. El hombre sí puede comprender que la fe en Dios no es humana. El hombre siempre estará limitado por sí mismo y no será capaz de conocer más de lo que su inteligencia y su razón le permitan conocer.

La fe es un don divino y como tal excede a la razón del hombre. Sin embargo, la razón del hombre puede ir recogiendo las pistas razonables de la vida y de la naturaleza que le llevarán al don de la fe. «La alegría que Mozart nos regala, y que yo siento de nuevo en cada encuentro con él, no se basa en dejar fuera una parte de la realidad, sino que es expresión de una percepción más elevada del todo, que yo solo puedo caracterizar como una inspiración, de la que parecen fluir sus composiciones como si fueran evidentes»[3].


Felipe Pou Ampuero

[1] Catecismo de la Iglesia Católica, Compendio, n.3.
[2] Card. Joseph Ratzinger, Europa en la crisis de las culturas, Subiaco, 1 de abril de 2005.
[3] Benedicto XVI, Mi Mozart, www.alfayomega.es