sábado, diciembre 04, 2010

57. Cientificismo

Fecha: 01 de diciembre de 2010

TEMAS: Verdad, Cultura, Ciencia.

RESUMEN: 1. La ciencia positiva experimental se dedica al estudio de la realidad empírica mediante un método que consiste en proponer hipótesis de investigación cuya verdad o validez deben ser confirmadas o negadas mediante la experimentación.

2. El cientificismo o cientifismo, por su parte, lo que pretende es hacer pasar por verdades científicas —es decir, comprobadas experimentalmente— afirmaciones filosóficas que se asumen sin previa crítica y de manera apriorística.

3. Sin embargo, la ciencia experimental —el método científico— no puede estudiar ni comprobar las dimensiones de la realidad que no puedan ser sometidas de algún modo a control experimental.

4. El resultado del método científico es válido y exacto y ayuda al progreso del hombre. Lo erróneo es la doctrina cientifista y su pretensión de acaparar la verdad, pero esto ya es materia de otra ciencia, la filosófica y hasta la teológica y no es materia de las ciencias naturales.

5. Así pues, la verdad tiene, como si dijéramos, sus derechos propios. Ninguna verdad es opuesta a la Verdad, ni la Verdad puede ser opuesta a la fuente de todas las verdades que es Dios.

6. Es la belleza de la naturaleza la que ha inspirado los más fabulosos descubrimientos y no precisamente el método científico experimental. Cuanto más descubre el hombre, realmente descubre más preguntas que respuestas, es decir, que descubre más y más su profunda ignorancia.

7. La ciencia no puede demostrarlo todo porque hay realidades que escapan a su ámbito de investigación. ¿Qué puede decirnos la ciencia sobre la libertad humana, la conciencia que remuerde o premia, el bien o la belleza?

8. Si la humanidad quiere avanzar y afrontar seriamente los problemas que tiene planteados debe tener una razón abierta, liberada del cientifismo. La ciencia sola es incapaz de proporcionar una respuesta completa al sentido de la vida. Ese sentido se revela cuando la razón, yendo más allá de los datos físicos, usa métodos metafísicos para alcanzar la contemplación de las «causas fínales»

SUMARIO: 1. La Ciencia.- 2. La cuestión de la verdad.- 3. El error.- 4. La solución.

1. La Ciencia

La ciencia positiva experimental se dedica al estudio de la realidad empírica mediante un método que consiste en proponer hipótesis de investigación cuya verdad o validez deben ser confirmadas o negadas mediante la experimentación[1]. Las hipótesis comprobadas experimentalmente se consideran verdaderas.

El cientificismo o cientifismo, por su parte, lo que pretende es hacer pasar por verdades científicas —es decir, comprobadas experimentalmente— afirmaciones filosóficas que se asumen sin previa crítica y de manera apriorística. El cientificismo, que se ampara en la ciencia, supone todo lo contrario a lo que en teoría representa la racionalidad científica, es decir, prudencia en la emisión de juicios, reconocimiento de las propias limitaciones e ignorancia, espíritu crítico que impide aceptar como dogmas lo que son propuestas de investigación o simples conjeturas y mentalidad abierta al diálogo con otras disciplinas del saber humano.


El cientificismo es un término que se forjó en Francia en la segunda mitad del siglo XIX para designar a la corriente de pensamiento que solamente acepta como fuente de explicación de la realidad lo que puede ser comprobado empíricamente por las ciencias. De tal manera que las ciencias positivas y naturales se presentan como más verdaderas que las ciencias sociales o las humanidades en general. Para esta corriente de pensamiento no existen otras formas de conocimiento de la realidad que no sean las ciencias positivas —física, química, matemática, biología, etc. — relegando el conocimiento teológico, filosófico, ético y estético a una simple apreciación personal de la realidad.

Sin embargo, la ciencia experimental —el método científico— no puede estudiar ni comprobar las dimensiones de la realidad que no puedan ser sometidas de algún modo a control experimental[2]. Es como si un pescador utilizase en el mar redes cuya malla estuviera formada por cuadros de un metro de lado y después de emplear grandes esfuerzos y obtener buenos resultados en la pesca afirmase que en el mar no existen peces que midan menos de un metro. Habría que recordarle que su conclusión es falsa, aunque existieran muchísimos peces pequeños nunca los podría atrapar con su red.

Ocurre con la doctrina cientifista que su tesis, según la cual solo es verdad lo que la ciencia puede comprobar, no puede ser comprobada por ninguna ciencia concreta y no quedaría más salida que tener fe en el cientificismo, lo cual es contradictorio con el propio método científico. Afirma lo mismo que prohíbe.

La ciencia no es errónea ni se equivoca. El resultado del método científico es válido y exacto y ayuda al progreso del hombre. Lo erróneo es la doctrina cientifista y su pretensión de acaparar la verdad, pero esto ya es materia de otra ciencia, la filosófica y hasta la teológica y no es materia de las ciencias naturales.


2. La cuestión de la verdad

Una explicación muy breve de cómo se llega al cientificismo es que al desvirtuarse los principios y valores cristianos que impregnan la vida social y el saber humano se hace necesario encontrar otro fundamento a la realidad: ¿por qué existe el mundo y todo lo creado? A falta de un dios en quien creer se comienza a creer en la ciencia como la explicación «racional» de todo el universo[3]. Se sustituyen los valores trascendentes y espirituales de una mentalidad cristiana por los nuevos valores de la materia, de lo que se ve y lo que se toca.

Entonces el problema es que la verdad se va encerrando en cada persona y lo que importa no es que las cosas sean verdaderas por sí mismas, buenas o malas, sino lo que a mí me parece que son las cosas, lo que yo siento, lo que me gusta. Así llegamos al materialismo teórico que se opone al teísmo. Estas dos visiones —la materia o Dios— son la primera encrucijada de las imágenes del mundo[4] porque nos sitúan en posiciones radicalmente opuestas. Para el materialismo la primera realidad es la materia inerte, mientras que para el teísmo la primera realidad es un Dios vivo y personal.

Reparemos en una cuestión previa: se dice que un conocimiento es verdadero cuando expresa las cosas tal y como son en la realidad. Lo contrario es vivir engañado. Y los ilusos están muy seguros de sus creencias hasta que alguien les hace caer en la cuenta del engaño en que se encontraban. Por tanto, nuestro conocimiento solo es verdadero si se ajusta a la realidad de las cosas. Las cosas son como son con independencia de que yo las pueda ver bien o mal.

Así pues, la verdad tiene, como si dijéramos, sus derechos propios. Ninguna verdad es opuesta a la Verdad, ni la Verdad puede ser opuesta a la fuente de todas las verdades que es Dios: «Al igual que todas las demás verdades, la verdad científica no tiene que rendir cuentas más que a sí misma y a la Verdad suprema que es Dios, creador del hombre y de todas las cosas»[5].


3. El error

Todos tenemos la intuición de que la realidad nos supera y excede de nuestras posibilidades de conocimiento. Es la belleza de la naturaleza la que ha inspirado los más fabulosos descubrimientos y no precisamente el método científico experimental[6]. Cuanto más descubre el hombre, realmente descubre más preguntas que respuestas, es decir, que descubre más y más su profunda ignorancia. Decía un maestro que el paso por la universidad si sirve para algo es para delimitar el mapa de nuestra propia ignorancia.

Una sola gota de agua está formada por aproximadamente un 6 seguido de 23 ceros de átomos. El sol no es más que una estrella común que vive en la periferia de un fenomenal conjunto de estrellas llamado Vía Láctea, donde existen unos 400 mil millones de estrellas o soles, como queramos llamarlas. La distancia que nos separa de la galaxia más cercana es de 1,5 millones de años luz. Y si pudiéramos convertir una silla completamente en energía podríamos tener energía eléctrica para abastecer las necesidades de un país medio durante diez años.

Ocurre que para los físicos, frente a los teólogos, el concepto de universo no significa «todo lo que existe» o la totalidad de las cosas. Significa una estructura física autónoma que incluye multitud de espacios-tiempo, partículas y otros elementos moviéndose por esa estructura. La creación de la naturaleza y del universo entero es algo anterior a las propias leyes naturales y físicas.

Antes de la creación del universo no había leyes físicas. Estas leyes nacen con el universo y son descubiertas y formuladas por los científicos. El mismo concepto de «nada» no es un concepto físico o científico, sino filosófico. Los físicos pueden hablar de «vacío» que es algo muy concreto, que ocupa espacio, alberga magnetismo, tiene límites y contornos y se puede situar en un sitio concreto. Todo esto no tiene nada que ver con la «nada más absoluta».


4. La solución

La ciencia es un camino que nos lleva a conocer la verdad, pero no es el único[7]. Hay realidades que son indemostrables por la ciencia y no por esto dejan de ser verdaderas. Esto ocurre con los primeros principios, sentencias de sentido común que todos aceptamos como verdaderas, por ejemplo: una cosa y su contraria no pueden ser igualmente verdaderas bajo el mismo aspecto. O si digo que A es igual a B y que B es igual a C, queda claro que A es igual a C pero no lo estoy demostrando científicamente.

La ciencia no puede demostrarlo todo porque hay realidades que escapan a su ámbito de investigación. ¿Qué puede decirnos la ciencia sobre la libertad humana, la conciencia que remuerde o premia, el bien o la belleza? El cerebro humano no solamente utiliza la lógica aristotélica —conjunción, disyunción, negación, principio de no contradicción, etc.— sino que muchas de sus capacidades como la creatividad se basan en algo superior y nuevo que se ha llamado la «lógica de patrones» en donde la lógica tradicional más bien obstaculiza la creatividad.

Si la humanidad quiere avanzar y afrontar seriamente los problemas que tiene planteados debe tener una razón abierta, liberada del cientifismo[8]. No se puede explicar la ciencia prescindiendo de la verdad porque la finalidad de la ciencia es precisamente esa, descubrir la verdad y no suplantarla. El hecho de conseguir éxitos técnicos no es provechoso si no se dirigen hacia la verdad.

La verdad nunca es un límite del conocimiento humano, más bien es el horizonte a conseguir. No se trata solamente de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuándo apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, o bien, por un Ser trascendente, inteligente y bueno, llamado Dios[9].

Y la existencia de un Creador, el primer Ser que es tal por esencia, indica que la noción de la creación debe ser trascendente del origen natural de los acontecimientos, es decir, de la historia, y en consecuencia de nuestros modos puramente naturalistas de pensar y hablar sobre la evolución del mundo[10].

La ciencia sola es incapaz de proporcionar una respuesta completa al sentido de la vida. Ese sentido se revela cuando la razón, yendo más allá de los datos físicos, usa métodos metafísicos para alcanzar la contemplación de las «causas fínales» y ahí descubre las explicaciones supremas que pueden arrojar luz sobre los sucesos humanos y darles sentido[11].■


Felipe Pou Ampuero

[1] Carlos A. Marmelada, Cientificismo positivista y ciencia positiva hoy, Conferencia pronunciada en Jornadas Humanistas El Grado (Huesca), 23 de agosto de 2002.
[2] Mariano Artigas, El conocimiento de la verdad, 4 de septiembre de 2007, www.fluvium.org
[3] Federico Gómez, Recristianización de la sociedad, www.piensaunpoco.com
[4] Francisco José Soler Gil, Ciencia y religión en el universo de Stephen Hawking, 28 de septiembre de 2010.
[5] Juan Pablo II, Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias, Ciudad del vaticano, 10 de noviembre de 1979.
[6] Hugo Jorge Muro Lemus, La Ciencia y la fe ¿se enfrentan?, www.aciprensa.com
[7] Miguel Ángel Irigaray, ¿Puede la ciencia demostrarlo todo?, La Verdad, n. 3803, 10 de septiembre de 2010, p. 39.
[8] Cardenal Ruini, Una razón liberada del cientifismo y del relativismo, Ciudad del vaticano, 16 de octubre de 2009.
[9] Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 283-284.
[10] Benedicto XVI, Discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias, Ciudad del Vaticano, 31 de octubre de 2008.
[11] Juan Pablo II, Discruso a un grupo de premios Nobel, 22 de diciembre de 1980.

1 comentario:

Anónimo dijo...

谢谢好东西