lunes, diciembre 28, 2015

90. Año de la Misericordia

TEMAS: Misericordia.
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RESUMEN: 1. El motivo de la convocatoria de este Año Jubilar es el amor: «Como ama el Padre, así aman los hijos».

2. La apertura de la puerta significa que se abre un camino extraordinario hacia la salvación. El Papa debe tocar la puerta con un martillo tres veces mientras dice: «Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor».
3. El lema de este año santo es «Misericordiosos como el Padre». «Es mi vivo deseo, dice el Papa, que el pueblo de Dios reflexione durante el Jubileo sobre obras de misericordia corporales y espirituales» (n.15).
4. La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es «viator», un peregrino que recorre su camino hasta llegar a la meta anhelada.

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El Papa Francisco anunció el día 13 de marzo de 2015, en la Basílica de San Pedro, un Jubileo extraordinario, la celebración de un Año Santo de la Misericordia. Este Jubileo de la Misericordia se inició el presente año con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el día 8 de diciembre de 2015,  y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
El anuncio oficial y solemne del Año Santo tuvo lugar coincidiendo con el segundo domingo de Pascua que es el Domingo de la Divina Misericordia, fiesta instituida por San Juan Pablo II.
El motivo de la convocatoria de este Año Jubilar es el amor: «Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros». (n.9)
La carta consta de 25 puntos que dan respuesta a preguntas muy concretas sobre el Jubileo, y detalla cómo quiere el Papa Francisco que vivamos este Año Santo.
En la tradición católica, el Jubileo consiste en que durante un año se conceden indulgencias a los fieles que cumplen con ciertas disposiciones eclesiales establecidas por el Vaticano. El Jubileo puede ser ordinario o extraordinario, como en este caso.
La Iglesia Católica tomó como influencia el jubileo hebreo y le dio un sentido más espiritual. En ese año se da un perdón general, indulgencias, y se invita a profundizar en la relación con Dios y con el prójimo.
El primer año jubilar fue convocado en el año 1300 por el Papa Bonifacio VIII. Se estableció que los siguientes jubileos se conmemoraran cada 25 años, con el objetivo de que cada generación experimente al menos uno en su vida.
El rito inicial del jubileo es la apertura de la Puerta Santa. Se trata de una puerta que se abre solamente durante el Año Santo, mientas el resto de los años permanece sellada. Tienen una Puerta Santa las cuatro basílicas mayores de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María Mayor.
La apertura de la puerta significa que se abre un camino extraordinario hacia la salvación. El Papa debe tocar la puerta con un martillo tres veces mientras dice: Aperite mihi portas justitiae, ingressus in eas confitebor Domino- «Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor».
Cuando se abren, se entona el Te Deum y el Santo Padre atravesará esta puerta junto a sus acompañantes.
La misericordia es un tema muy sentido por el Papa Francisco quien ya como obispo había escogido como lema propio «miserando atque eligendo». Se trata de una cita tomada de las homilías de san Beda el Venerable, el cual, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme). Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina. Una traducción del lema podría ser: «Con ojos de misericordia».
El lema de este año santo es «Misericordiosos como el Padre». «Es mi vivo deseo, dice el Papa, que el pueblo de Dios reflexione durante el Jubileo sobre obras de misericordia corporales y espirituales» (n.15). Redescubrir las obras de misericordia corporales: dar de comer al que pasa hambre, acoger al forastero, asistir a los enfermos y visitar a los presos, etc. Y ejercitar las obras de misericordia espirituales: dar consejo a quien lo necesite, consolar al afligido, corregir al que se equivoca, perdonar ofensas, rezar por los vivos y los difuntos...
La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es «viator», un peregrino que recorre su camino hasta llegar a la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. (n.14).


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

·        http://infocatolica.com

sábado, diciembre 12, 2015

89. Voto útil

TEMAS: política, valores, democracia.
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RESUMEN: 1. Para un cristiano el ejercicio del voto se presenta como una cuestión de conciencia.
2. Si voto a un partido de ideales cristianos puede que mi voto, al no conseguir representación parlamentaria, no sirva a ningún partido político.
3. Pero si no voto a un partido que defienda principios cristianos nunca habrá un partido que defienda los principios cristianos en la vida pública.
4. ¿cuándo podrá gobernar un partido que defienda los principios cristianos en la política?


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El 20 de diciembre están convocadas unas elecciones generales y todos los españoles con derecho de sufragio activo estamos llamados a las urnas para depositar nuestro voto y elegir a los representantes democráticos que gobernarán  la nación durante los próximos cuatro años.
Para un cristiano el ejercicio del voto se presenta como una cuestión de conciencia. En primer lugar, porque supone el ejercicio de un derecho y un deber ciudadano que implica la participación individual en el bien común y no debe ser infringido salvo por causa grave. En segundo lugar, porque con mi voto puedo conseguir que gane las elecciones un programa político que lleve a cabo propuestas sociales que estén de acuerdo con la doctrina cristiana y con la dignidad de la persona y así contribuir a cambiar la sociedad actual por otra más justa.
El voto cristiano, a mi entender, debe buscar la mejor opción política que defienda aquellos principios irrenunciables de los que hablaba Benedicto XVI y que se pueden resumir en: 1) la defensa de la vida; 2) la defensa de la familia; 3) la defensa del derecho de los padres a la educación de sus hijos; y 4) la promoción del bien común para toda la sociedad.
Pero hay que tener bien presente que nuestro sistema político es una democracia representativa y los representantes elegidos resultan de la aplicación de los criterios establecidos por la ley electoral, según la cual y en aplicación del sistema de representación proporcional se atribuyen los escaños a los partidos políticos que obtengan mayor representación en cada circunscripción electoral.
La misma ley establece que los partidos que no obtengan una participación inferior al 3% de los votos emitidos no conseguirán representación y para el resto la atribución de escaños se realiza de manera proporcional  en función de los escaños correspondientes a cada circunscripción concediéndose los votos sobrantes después de las adjudicaciones al partido más votado.
Este sistema, que es el legal, provoca que los partidos grandes ganen las elecciones y que las opciones políticas de menor tamaño o de menor implantación no obtengan representación  parlamentaria y, a la postre, que los votos obtenidos por los partidos pequeños no lleguen a estar materializados en ningún escaño parlamentario.
El dilema del voto cristiano –suponiendo que exista un partido político que defienda los principios cristianos para la convivencia social– es el siguiente: si voto a un partido de ideales cristianos puede que mi voto, al no conseguir representación parlamentaria, no sirva a ningún partido político. Pero si voto a otro partido que sin defender ideales cristianos, al menos, no los ataque o no se oponga a ellos, puedo conseguir que mi voto tenga influencia política en la vida social de los próximos cuatro años.
Claro está que si me inclino por la segunda opción y no voto a un partido que defienda principios cristianos nunca podrá existir un partido que defienda principios cristianos porque los cristianos no votaremos los principios cristianos, sino que votaremos otros principios que no son cristianos pero que son los que ganan, o pueden ganar, las elecciones.
Con este proceder ¿cuándo podrá ganar las elecciones un partido que defienda los principios cristianos en política? Parece que nunca. ¿Quién defenderá la vida?, ¿y la familia y la educación y el bien común? Pues parece que nadie podrá defender esos principios porque nadie le habrá votado.
Y entonces habrá que hacerse la siguiente pregunta: ¿cuándo podrá gobernar un partido que defienda los principios cristianos en la política? La respuesta es bien sencilla: cuando los cristianos dejemos de votar a los partidos que no defienden los principios cristianos y no decidamos a votar los partidos que sí los defienden.
Sucede que hay situaciones concretas que podrían ser excepcionales y justificar el mal menor, el voto útil de los cristianos, el voto a los partidos que no defienden los principios cristianos. Pues sí, pueden existir situaciones de emergencia, excepcionales que justifiquen el voto útil. Pero lo que no puede existir es un estado de emergencia permanente, porque eso supondría convertir la excepción –el mal menor, votar lo que se considera malo, pero menor– en la regla general.
El voto útil debe ser la excepción y como tal debe estar debidamente justificada y acotada para evitar que se convierta en la regla general porque eso sería renunciar a la defensa de los principios cristianos en la vida social. La excepción puede estar justificada por la presencia de nuevos partidos políticos que alteren el equilibrio político existente con anterioridad, o por una situación política o económica o de convivencia social concreta y grave que justifique el voto útil.
Pero ¿si no existiera ningún otro partido político que representara ese voto útil? En tal supuesto, no cabría el voto útil puesto que el voto sería inútil. Quiero decir, en mi opinión, nunca un cristiano puede votar a un partido que ataque o se oponga a los principios cristianos. Por tanto, no podrá votar a los partidos que no defiendan la vida, que no defiendan la familia, que no consideren la dignidad del hombre como fin en sí mismo y no como un elemento de producción colectiva. Tampoco podrá votar opciones ideológicas contrarias a la doctrina cristiana como son las de corte marxista, socialista o liberal laicista.
En fin, difícil elección, ¿no les parece? ■


BIBLIOGRAFÍA
Miseria del voto útil, Francisco J. Contreras.
http://www.actuall.com/criterios/democracia/miseria-del-voto-util/