miércoles, agosto 07, 2013

76. La naturaleza

Fecha: 1 de agosto de 2013                  



TEMAS: Ley natural.

RESUMEN: 1. Nos hemos dado cuenta que la naturaleza es única y no tiene recambio, si se rompe o se estropea no podemos «comprar» otra y empezar de nuevo.
2. La ley de la naturaleza rige y gobierna también la libertad del hombre. El hombre nace con su código ético que por ser natural al hombre es común a todos los hombres y la ley natural no es una opción para el hombre, sino un requisito para su existencia digna.
3. El hombre puede escuchar su naturaleza con atención para intentar descubrir ―que no inventar― la ley natural que gobierna su libertad y así hacer de todos y cada uno de sus actos verdaderos actos naturales.
4. Esta atenta escucha de la ley natural no es otra cosa sino la respuesta positiva al bien y significa reconocerse creado y dependiente de la verdad del Ser absoluto.


1. La naturaleza
Actualmente está de moda ser amante de la naturaleza y respetarla. Nos hemos dado cuenta que la naturaleza es única y no tiene recambio, si se rompe o se estropea no podemos «comprar» otra y empezar de nuevo. También nos hemos dado cuenta que la naturaleza nos viene dada. Podremos discutir si ha sido creada por algo a por Alguien, si es una consecuencia de la casualidad ciega de la materia, de una teoría (no demostrada, por cierto,) de la evolución o si tiene un Autor que la ha creado y la sostiene en la existencia. En fin, podremos discutir el origen de la naturaleza, pero lo cierto es que la naturaleza está ahí: como decía el montañero experimentado «la realidad es como esa montaña que ves: está ahí y no queda más remedio que escalarla».
La naturaleza es un hecho que se nos presenta ante nuestros ojos y existe con independencia nuestra, tiene sus propias reglas y sus leyes que los científicos y los hombres estudiosos se afanan por descubrir. Me imagino que a estos científicos y naturalistas les hará mucha gracia que les hablen de casualidades cuando realizan un experimento tras otro para intentar descubrir ―que no inventar― la ley natural que se esconde en la naturaleza estudiada.
Pero la naturaleza es todo lo que se presenta ante nuestros ojos y podemos descubrir que existe en el mundo con una existencia independiente de la nuestra. Son los cielos y el mar, los peces y las aves, las plantas y los minerales, los animales y los insectos, los organismos y los átomos, los fotones y las fuerzas físicas, el magnetismo y el universo. El hombre también forma parte de la naturaleza como un ser vivo más y, a nuestro entender, que es el conocimiento natural más evolucionado que conocemos, el hombre es el «rey de la naturaleza» en cuanto que es el ser natural más perfecto y que mejor se adapta a los cambios.
El hombre también es naturaleza, aunque nuestra naturaleza no es sólo mineral, ni biológica, ni física, ni tan siquiera es sólo naturaleza animal por cuanto somos conscientes que aspiramos en la vida a algo más que a vivir como el rey de los animales. El hombre tiene conciencia, pero la conciencia no tiene un lugar físico para instalarse: no está en el corazón, ni en el cerebro, ni en el estómago. Pero estamos seguros que el hombre tiene conciencia y que cualquier hombre razonable pretende hacer el bien y evitar el mal.
La naturaleza del hombre no es un simple hecho biológico que acompaña al hombre durante su existencia, sino que forma parte esencial de su manera de ser hombre. Es decir, que si el hombre fuera una máquina no podría funcionar sin instalar la conciencia como una pieza más de su naturaleza. Y con todo el conjunto de piezas que componen la naturaleza humana el hombre puede funcionar, es decir, puede vivir: comer, dormir, desarrollarse, relacionarse, amar, procrearse, crear arte y proyectos de ingeniería, pasear por el campo y el sinfín de cosas que podemos realizar y que dan a nuestra vida sentido.
La naturaleza del hombre también tiene otra pieza distintiva del hombre respecto de los animales: la libertad. El hombre es libre por naturaleza, por definición. Si el hombre no tuviera libertad no sería hombre. Los romanos  intuían que los humanos privados de su libertad no eran hombres dignos, algo les faltaba.  Y la lucha por la abolición de la esclavitud no se realizó en nombre de ningún consenso parlamentario, sino como una exigencia de la propia naturaleza de todos y cada uno de los hombres y mujeres del mundo.
Y todo es naturaleza, todo es respetable, el cuerpo, la conciencia, la libertad. Porque si falta algo falta el hombre, lo que modernamente llamamos la dignidad del hombre. Pero somos muy conscientes que no nos hemos dado la libertad, ni la conciencia, ni el cuerpo, ni la estatura… Todo es naturaleza y todo tiene, debe tener, unas leyes naturales que la rigen y la gobiernan. En lo que se refiere a la naturaleza humana las leyes naturales gobiernan al hombre por entero: su cuerpo, su conciencia, su libertad. La ley de la naturaleza rige y gobierna también la libertad del hombre. El hombre nace con su código ético que por ser natural al hombre es común a todos los hombres y la ley natural no es una opción para el hombre, sino un requisito para su existencia digna.
Por ser natural y común a todos los hombres, la ley natural puede ser accesible por la razón lo cual permite que se pueda dialogar con los demás hombres sobre el conocimiento de la ley natural y sobre su alcance y extensión al margen de las creencias personales.

2. El sentido común
Sin embargo, el hecho de que la ley natural que gobierna la libertad del hombre pueda ser accesible por la razón no quiere significar que ese conocimiento racional sea evidente, espontáneo, transparente. No siempre es así. Es claro que matar a una madre es un acto malo que no se debe hacer y si algún hombre lo hace una de dos: o no está en su sano juicio o es un malvado que actúa contra la ley natural porque la madre nos ha dado la vida, nos ha educado, nos quiere.
Otras veces, discernir cómo se debe actuar, qué debo hacer y qué debo evitar, cómo debo ejercer mi libertad en cada situación no es una cuestión que siempre sea fácil.  Pero es seguro que al realizar cada acto, el hombre se encuentra siempre con la cuestión de la libertad y con la elección de su forma de actuar. El mismo hecho de que el hombre deba responder en cada uno de sus actos sobre su adecuación a la ley natural significa que la misma ley no es un acto de la voluntad del hombre ni depende de su capricho. El origen de la ley natural surge como un verdadero absoluto para el hombre porque se le impone a su voluntad de la misma manera que se le impone su misma naturaleza.
El hombre puede escuchar su naturaleza con atención para intentar descubrir ―que no inventar― la ley natural que gobierna su libertad y así hacer de todos y cada uno de sus actos verdaderos actos naturales, que por ser de la naturaleza del hombre son actos humanos y evitar que sean actos animales, minerales o vegetales…
En su misma naturaleza humana está la condición social del hombre que necesita de los demás hombres para crecer y realizarse como persona. Por esta ley natural el hombre nace en el seno de una unión humana de un hombre y una mujer que es algo más que una simple unión biológica. Y por la misma ley, el hombre se socializa en el seno de una familia que convive junto con otras familias en una localidad, en un lugar, con unas coordenadas. Sí, la condición social del hombre impide considerar la sociedad como un puro contrato que dependa de la voluntad de sus otorgantes.
Esta atenta escucha de la ley natural no es otra cosa sino la respuesta positiva al bien y significa reconocerse creado y dependiente de la verdad del Ser absoluto. ■

Bibliografía
1.      Tomás Trigo, Verdad y libertad. Cuestiones de moral fundamental, Eiunsa, Pamplona, 2009.
2.      Ana Marta González, A la búsqueda de una ética universal, Aceprensa, 26 de junio de 2009.
3.      Enrique Molina, Los fundamentos revelados de la moral cristiana, Cuestiones de moral fundamental, Eiunsa, Pamplona, 2009.