domingo, diciembre 02, 2007

30. Trabajadoras

Fecha: 1 de diciembre de 2007.

TEMAS: Mujer, Trabajo, Conciliación.

RESUMEN: 1. El acceso de la mujer al mundo del trabajo y a los puestos de dirección de la sociedad se ha considerado como una de las grandes conquistas del feminismo del siglo pasado —del siglo XX, se entiende— y de la igualdad de los sexos. Realmente, si lo pensamos con un poco de detenimiento, bajo estas afirmaciones subyace la idea de que la mujer tiene mucho más que ofrecer a la sociedad como trabajadora que como madre, como ama de casa.

2. En muchos casos lo que ocurre es que la mujer no puede elegir con total libertad entre un empleo remunerado y dedicarse plenamente al trabajo en casa. Tantas mujeres quisieran dejar su trabajo fuera del hogar y no pueden hacerlo porque necesitan ese segundo o primer sueldo.

3. Las mujeres modernas, sin prejuicios laborales machistas consideran que dejar a sus hijos en manos de otros les hace más vulnerables a los malos hábitos y les pone en peligro de sufrir abusos físicos y morales. Se dan cuenta que su trabajo en casa no es tan reemplazable como ellas pensaban.

4. Porque debemos preguntarnos hacia dónde vamos, qué es lo que queremos: una economía más competitiva o una sociedad mejor. Y es necesario elegir de una vez. Todo a la vez no se puede, es necesario jerarquizar y dar prioridad a la persona. Nuestra sociedad no puede permitirse por más tiempo el organizarse solamente como un sistema de prestación de servicios económicos; todo lo contrario, la economía debe ordenarse dentro del marco general de la sociedad.

5. Hacer hogar y hacerlo excelente implica un esfuerzo común —hombre y mujer— de los esposos y luego de los hijos por crear un lugar con un clima de cariño y de ayuda mutua, con tradiciones propias y con personalidad familiar que son fruto también de unos trabajos y energías que trascienden lo cotidiano y la materialidad de las cosas y los muebles del hogar.


SUMARIO: 1. Panorama.- 2. Ama de casa.- 3. La excelencia laboral.

1. Panorama

El acceso de la mujer al mundo del trabajo y a los puestos de dirección de la sociedad se ha considerado como una de las grandes conquistas del feminismo del siglo pasado —del siglo XX, se entiende— y de la igualdad de los sexos. Realmente, si lo pensamos con un poco de detenimiento, bajo estas afirmaciones subyace la idea de que la mujer tiene mucho más que ofrecer a la sociedad como trabajadora que como madre, como ama de casa[1].

Catherine Hakim[2] distingue en un estudio que las mujeres centradas en su trabajo profesional vienen a representar el 20% del total, otro 20% estaría representado por las mujeres que trabajan por necesidad, pero preferirían quedarse en su casa y atender a sus hijos; y el numeroso grupo del 60% estaría representado por las mujeres que trata de buscar lo mejor del mundo familiar y del mundo laboral.

La primera observación que se puede hacer al observar estas cifras es que no es cierto el dogma inexorable de la incorporación de la mujer al mundo laboral. Sencillamente porque ella misma en un porcentaje del 20% no lo desea en ciertas etapas de su vida.

En otra encuesta encargada por el gobierno holandés en el año 2005 el 50% de los hombres y mujeres encuestados considera que la vida familiar sufre si la mujer trabaja —fuera de casa— a tiempo completo, mientras que en el año 1991 sólo un 25% de los encuestados pensaba así[3]. Se puede afirmar que los intentos del gobierno holandés de que el hombre y la mujer compartan por igual la responsabilidad del hogar y que aumente la participación de la mujer en el mundo laboral no consiguen los resultados pretendidos.

Ante esto se puede investigar qué es lo que se está haciendo mal o en qué se equivoca el gobierno holandés. También nos podemos preguntar: ¿no será que los ciudadanos de un país libre hacen lo que quieren en lugar de obedecer a las metas impuestas por los funcionarios? Porque estamos de acuerdo en que el hombre y la mujer son iguales. Tan iguales que la mujer no necesita que el hombre o la cultura de los hombres le diga cómo debe promocionarse. La mujer es mayor de edad, es persona adulta y sabe bien lo que quiere en cada momento de su vida.

Claro que si es necesario trabajaremos todos por sacar adelante una familia y tantas cosas importantes. Pero no trabajaremos por motivos de emancipación femenina. Porque la verdadera emancipación femenina es que la propia mujer elija su destino y se realice según sus propias convicciones sin que la etiqueten de «ama de casa».

En muchos casos lo que ocurre es que la mujer no puede elegir con total libertad entre un empleo remunerado y dedicarse plenamente al trabajo en casa. Tantas mujeres quisieran dejar su trabajo fuera del hogar y no pueden hacerlo porque necesitan ese segundo o primer sueldo.

En otra encuesta, esta vez con alemanes, no echan en falta plazas de guardería para sus hijos pequeños, sino dinero para atender a su familia como piensan que se merece. Cada día son más los padres que piensan que no es indiferente confiar la educación de sus hijos a extraños en guarderías infantiles, por muy técnicas e higiénicas que sean.


2. Ama de casa

Todavía se nos escapa en la conversación la inercia de considerar como no trabajadora la mujer que trabaja en su hogar dedicada todo el día y toda la noche a atender a su familia. La Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa (CEACCU) describe del siguiente modo la labor de un ama de casa: contable, gerente de compras, relaciones públicas y secretaria, cocinera, nutricionista, encargada de limpieza y mantenimiento, médica, puericultora, psicóloga y educadora[4]. Seguro que todavía nos dejaremos algo en el tintero...

El ama de casa aprende a hacer bien su trabajo sobre la marcha, no existen escuelas de postgrado para amas de casa. Sin embargo, la actividad que desempeña una mujer en su hogar y como elemento aglutinador de la familia la convierte en uno de los pilares básicos no ya de su propia familia, sin la cual sería un verdadero caos, sino, sobre todo, de nuestra sociedad.

Cuando se pregunta a las amas de casa sobre su grado de satisfacción con su profesión, el 60,20% se declara bastante o muy satisfecha, frente al 9,80% que se declaran bastante o muy insatisfechas con su trabajo de amas de casa.

Y es que la mujer tiene derecho a trabajar en el mundo laboral, pero también tiene derecho a ser madre, a educar a sus hijos, conducir una familia y al mismo tiempo sentirse compensada emocional y económicamente.

Las mujeres modernas, sin prejuicios laborales machistas, consideran que dejar a sus hijos en manos de otros les hace más vulnerables a los malos hábitos y les pone en peligro de sufrir abusos físicos y morales[5]. Se dan cuenta que su trabajo en casa no es tan reemplazable como ellas pensaban.

Porque es cierto y la experiencia demuestra que en los primeros años de un niño, por medio de la educación, la madre es transmisora de los conocimientos básicos para integrar el sentido de la vida. Y esto no es sumar ni restar, pero es seguro que es la clave de la felicidad de ese niño en el futuro.

Trabajar como ama de casa es un trabajo, al menos, como el que más. Sin embargo, muchos comienzan a percibir que no es solamente un trabajo, sino que es la más excelsa ocupación de una mujer.


3. La excelencia laboral

Porque debemos preguntarnos hacia dónde vamos, qué es lo que queremos: una economía más competitiva o una sociedad mejor. Y es necesario elegir de una vez. Todo a la vez no se puede, es necesario jerarquizar y dar prioridad a la persona. Nuestra sociedad no puede permitirse por más tiempo el organizarse solamente como un sistema de prestación de servicios económicos; todo lo contrario, la economía debe ordenarse dentro del marco general de la sociedad[6].

Todos los gobiernos reconocen que la familia es un factor básico en el desarrollo económico, pero con frecuencia la sociedad lo ignora. Los gobiernos deberían ayudar activamente a las familias creando condiciones para que se desarrollen y cumplan su papel de formar a la siguiente generación.

Para esto se precisa una nueva cultura y una nueva educación. Es preciso modificar el modelo de éxito que se nos ha presentado en el que no está incluido para la mujer el ser ama de casa.

Donde se ha perdido el sentido del hogar nos encontramos con más familias rotas, más desequilibrios psíquicos, más delincuencia juvenil, más adicción al alcohol o a la droga[7]. El verdadero problema de los niños de padres con trabajo a tiempo completo es que están experimentando un empobrecimiento que se cura con algo tan sencillo como que su madre les ponga en la lista de quehaceres diarios.

Que una mujer trabaje como ama de casa no significa que siempre tenga que estar dentro de su casa y que renuncie a cualquier contacto con la cultura y la sociedad como si se tratara de una reclusión. Para empezar, no hay que darlo todo por supuesto: hay que aprender a hacer hogar y a hacerlo bien.

Hacer hogar y hacerlo excelente implica un esfuerzo común —hombre y mujer— de los esposos y luego de los hijos por crear un lugar con un clima de cariño y de ayuda mutua, con tradiciones propias y con personalidad familiar que son fruto también de unos trabajos y energías que trascienden lo cotidiano y la materialidad de las cosas y los muebles del hogar.

Es necesario aprender a hacer hogar. Esta es una asignatura que no aprendimos en los cursos preparatorios del matrimonio y, sin embargo, es la base sobre la que se puede construir una familia completa, real, auténtica, que se distingue de una simple reunión de personas que conviven bajo el mismo techo y se sientan (a veces) a comer juntos.

Será un honor para la sociedad hacer posible a la madre —sin obstaculizar su libertad, sin discriminación sicológica o práctica, sin dejarle en inferioridad ante sus compañeras— dedicarse al cuidado y a la educación de los hijos, según las necesidades diferenciadas de la edad[8].


Felipe Pou Ampuero

[1] Carlota de Barcino, El empleo femenino, un tema controvertido, www.mujernueva.org
[2] Catherine Hakim es Investigadora del Departamento de Sociología en la London School of Economics. La autora es citada por Carlota de Barcino en su trabajo.
[3] Carmen Montón, Conciliar familia y trabajo son malabarismos, Aceprensa, 10/05, 2 de febrero de 2005.
[4] María Martínez López, Mujeres jóvenes, preparadas y en casa. Alfa y Omega.
[5] Karna Swanson, El trabajo de la mujer: algo más que freír tocino. www.mujernueva.org
[6] Santiago Mata, La clave es la flexibilidad en las empresas, Aceprensa, 10/05, 2 de febrero de 2005.
[7] María Pía Chirinos, La excelencia en el hogar, www.zenit.org, 6 de febrero de 2007.
[8] Juan Pablo II, Enc.Laborem exercens, Vaticano, 14 de septiembre de1981, n. 19.