domingo, abril 12, 2015

84. Unas buenas lentejas

TEMAS: Matrimonio, familia, persona, cuerpo.

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RESUMEN: 1. La cultura occidental en la que vivimos y a la que pertenecemos ha ido descomponiendo la institución matrimonial.

2. La naturaleza humana convierte la simple comunión de vida y amor en la unión de un varón y una mujer para siempre fieles y abiertos a la vida y esto sí que es un matrimonio.

3. El matrimonio no es algo artificial, impuesto por una concepción particular de la persona y de la fidelidad, sino que es la propia naturaleza del varón y de la mujer la que ordena el amor recíproco de manera fiel, creadora de vida y familiar.


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Me envían un mensaje que dice así: “El otro día me empecé a preparar un gin-tonic, le estuve echando cosas un buen rato y me salieron unas lentejas buenísimas”.

Tenemos la convicción de que las instituciones son el resultado de la suma de sus componentes. Tanto pones en la cazuela, tanto te sale de guiso a comer. Si pones de más, en lugar de tener un gin-tonic tendrás unas lentejas.

Y cuando queremos conocer cómo son y cómo funcionan las diseccionamos en cada uno de sus componentes, como si se tratara de verdaderas máquinas que se pudieran desmontar en cada de sus piezas para averiguar cómo funcionan.

Sin embargo, este planteamiento no funciona con las personas ni con todo lo que les rodea. Las personas no somos una suma de componentes. Está claro que el cuerpo humano está compuesto de agua y un poquito de materia, pero si nos enseñan un saquito de polvo y cinco litros de agua no decimos: “un hombre”. ¿Qué falta? pues falta la idea del hombre.

Lo mismo sucede con las obras de los hombres. Por ejemplo, las novelas. Si descomponemos El Quijote de Cervantes descubriríamos que está hecho con un montón de letras, tinta y papel. Pero si nos dan toda una linotipia de caracteres y unos folios no decimos: “El Quijote”. ¿Qué falta? falta la idea del artista.

Pienso que sucede algo parecido con el matrimonio. La cultura occidental en la que vivimos y a la que pertenecemos ha ido descomponiendo la institución matrimonial. Y dice que el matrimonio se compone de dos personas que se quieren y quieren vivir juntas el resto de sus vidas compartiendo las penas y las alegrías; también están los hijos de ese matrimonio y también está la duración de ese matrimonio que es para siempre, por lo menos así se dice en un principio.

Pero si ponemos encima de la mesa todos estos componentes y los juntamos no nos sale un matrimonio, sino que nos sale una comunidad de vida y amor en la que cabe cualquier unión de hombres y de mujeres, de solo hombres o de solo mujeres o, incluso, de un hombre con varias mujeres o de una mujer con varios hombres.

Y ¿qué es lo que diferencia el matrimonio de esa comunión de vida y amor que tenemos encima de la mesa de laboratorio? Porque es verdad que el matrimonio también es una comunión de vida y amor, pero no es solamente una comunidad de vida y amor.

A todos esos elementos que tenemos encima de la mesa les falta la idea del matrimonio que es la idea de la misma naturaleza de los hombres y de las mujeres. La diferencia estriba en la naturaleza del hombre de sexo masculino, en la naturaleza de la mujer se sexo femenino, en la idea de la propia sexualidad humana que existe para expresar el amor y crear vida, en la consecuencia de todo lo anterior que son los hijos de ese amor de los esposos y en esa familia que nace de esa unión que reclama la fidelidad de los esposos para ser digna de acoger a las personas que la integran y educarlas en humanidad.

La naturaleza humana convierte la simple comunión de vida y amor en la unión de un varón y una mujer para siempre fieles y abiertos a la vida y esto sí que es un matrimonio. Un matrimonio que es en primer lugar una institución natural y para los cristianos, además, una institución sacramental cuando los bautizados se casan como la Iglesia dispone.

Porque en el matrimonio están dos personas, pero no sirven cualesquiera personas, tienen que ser precisamente un hombre y una mujer. En el matrimonio esas dos personas  se aman, pero no vale que se quieran, se tienen que prometer amor para toda la vida, es decir, se tienen que comprometer por encima de las emociones de cada momento. En el matrimonio está presente el sexo pero no como accesorio divertido sino como ordenación del amor y fuente de la vida. En el matrimonio está la fidelidad de los esposos pero no como una condena que se debe cumplir, sino como un don precioso que asegura la felicidad conyugal.

La idea del matrimonio que enseña la naturaleza humana convierte al matrimonio en una institución natural y lo aleja de una simple emoción privada. El matrimonio no es algo artificial, impuesto por una concepción particular de la persona y de la fidelidad, sino que es la propia naturaleza del varón y de la mujer la que ordena el amor recíproco de manera fiel, procreadora y familiar. ■




BIBLIOGRAFÍA
·        Card. Carlo Caffarra, Fe y cultura frente al matrimonio, www.infocatolica.com
·        Card. Carlo Caffarra, La reconstrucción del matrimonio, Aceprensa, http://www.aceprensa.com/articles/la-reconstruccion-del-matrimonio/


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