domingo, marzo 14, 2010

52. Avatar

Fecha: 01 de marzo de 2010

TEMAS: Ecología, Cultura, Cuerpo.

RESUMEN: 1. La película ha tenido un éxito tan extraordinario que hace pensar que el interés que ha despertado en el público excede del mero interés cinematográfico para llegar a transmitir una filosofía de fondo que engancha con el hombre actual.

2. Nos inclina a considerar que es el universo la causa de la vida y de la propia existencia y que la verdadera y auténtica deidad se encuentra en la armonía de la naturaleza en donde reside la esencia de la divinidad.

3. Los indígenas llegan a aparecer como los buenos salvajes no dañados por la civilización y la cultura occidentales —es decir, cristiana— que no ha tenido la posibilidad de estropear la naturaleza en estado puro como la que podemos encontrar en esta raza de seres.

4. Todos quisiéramos dejar de ser humanos para llegar a ser como los na’vis donde no existe el dolor, ni el despertador de la mañana, ni los lunes, ni las grandes y pequeñas contrariedades de cada día. Y qué nos sugiere la película: que si tenemos la oportunidad de cambiar de vida lo hagamos, que si podemos huir de este mundo feo y sucio, lleno de humanos ambiciosos y de lunes por la mañana y lleno también de malos ratos, que lo hagamos, que huyamos de aquí.

5. Todos los hombres podemos mejorar y no somos un caso perdido. Estamos en construcción porque cada día nos podemos hacer un poco más y un poco mejor que el día anterior. El hombre no es un aparato estropeado, sino la imagen del Dios vivo creado para su amor. Y este hombre imperfecto y dañado, pero libre, existe y es real, es lo único real que existe en el mundo.

6. Esta película, a mí, por lo menos, me anima a quedarme aquí y aferrarme a la realidad más cotidiana, a cada lunes y a cada contrariedad, a la vida real. Así pues, que se vayan enterando, que yo me quedo.


SUMARIO: 1. La película.- 2. Espiritualismo.- 3. El buen salvaje.- 4. La tentación de huir.


1. La película
Ambientada en el año 2154, los acontecimientos que narra se desarrollan en Pandora, una luna del planeta Polifemo habitada por una raza humanoide llamada na'vi, con la que los humanos se encuentran en conflicto debido a que uno de sus clanes se encuentra asentado alrededor de un gigantesco árbol que cubre una inmensa veta de un mineral muy cotizado y que supondría la solución a los problemas energéticos de la Tierra: el unobtainium. Jake Sully, un marine que quedó parapléjico, es seleccionado para participar en el programa Avatar, un proyecto que transporta la mente de los científicos a unos cuerpos artificiales de na'vi para que así la comunicación con los nativos resulte más sencilla. A pesar del fin científico del proyecto, el coronel Quaritch, quien dirige la defensa de la base humana en Pandora, convence a Jake para que le proporcione información sobre los nativos en caso de que fuera necesario recurrir a la fuerza para que se marchen. En un principio, Jake cumple profesionalmente su misión, pero se enamora de una de las nativas, Neytiri, y se da cuenta de que éstos jamás renunciarán a su tierra, haciendo inevitable un conflicto armado; en él deberá decidir de qué lado está.

2. Espiritualismo

La película ha tenido un éxito tan extraordinario que hace pensar que el interés que ha despertado en el público excede del mero interés cinematográfico para llegar a transmitir una filosofía de fondo que engancha con el hombre actual de este mundo que a muchos va pareciendo feo y sucio y, sobre todo, sin posible remedio[1].

Este planteamiento de fondo es la verdadera cuestión de una película que no deja de ser una película más de efectos especiales. Sin embargo, el argumento que se esconde detrás de estos efectos y de las espectaculares escenas rodadas en tridimensional nos va llevando a una gran trampa que nos insinúa o, al menos, deja en la duda, dos cuestiones fundamentales: la religión verdadera y la realidad material.

La película plantea una naturaleza idílica, realmente de ensueño, en la que todo se encuentra en perfecta armonía hasta que irrumpe el hombre y empieza a desordenar la paz natural del planeta Pandora. Dentro de esta naturaleza existe vida y la interdependencia de unos seres con otros crea un clima de mutua existencia que hace pensar que la vida no es sino una consecuencia necesaria de la armonía natural de todo lo existente.

La naturaleza es la madre de la vida y el orden del cosmos es la causa y la fuente necesaria de la vida. Existe vida porque la naturaleza funciona por sí misma y la propia evolución de las especies y la cadena alimenticia mantiene en el ser a todo lo que tiene vida, sea mineral, vegetal, animal o hasta humanoide.

Esta exposición nos inclina a considerar que es el universo la causa de la vida y de la propia existencia y que la verdadera y auténtica deidad se encuentra en la armonía de la naturaleza en donde reside la esencia de la divinidad. Sin saberlo nos encontramos instalados en el panteísmo más simple y sencillo posible.

Sin embargo, nadie se pregunta quién es el autor de la naturaleza. Tampoco nadie se cuestiona quién es la primera causa, la causa que no tuvo causa anterior. Que de la pura materia no puede derivarse un pensamiento, porque el espíritu que nos hace apreciar y valorar la naturaleza no es materia.

Pero la tentación es muy fuerte. La naturaleza es real –material– y, por tanto, tangible, se toca y se palpa. A la naturaleza la podemos ver y, por cierto, en la película se ve una naturaleza prodigiosa que puede llegar a parecer real y misteriosa. La naturaleza y el universo se pueden demostrar y concretar en un aquí y ahora, un tiempo y un espacio. Por el contrario, la fe en un Dios superior es algo que no tiene ni tiempo ni espacio, porque es anterior a los dos y es el origen de ellos. La fe no se toca, ni se ve y... por tanto sólo se puede creer libremente, pero ya se sabe que ese Dios superior no es natural y por eso… no existe, concluye el mensaje naturalista.


3. El buen salvaje

A lo largo de la película se presentan humanos y humanoides, los na’vi, como dos modelos de vida y de existencia que se someten a la consideración del espectador. Los humanos son seres bastantes limitados y llenos de ambiciones. Unos por dinero, otros por poder, otros porque se quieren imponer por la fuerza y los menos malos son unos científicos que se encuentran instalados en el lado de los hombres aunque se aprovechan de su fuerza militar.

Frente a estos humanos aparecen los indígenas del planeta: los na’vi. Los nuevos seres son mitad animales mitad humanos, pero tienen un lenguaje, unos sentimientos, una espiritualidad y, por tanto, tienen una cultura. Son seres ingenuos, sencillos, integrados en su entorno natural, respetuosos con la naturaleza con la que se consideran una misma cosa. Llegan a aparecer como los buenos salvajes no dañados por la civilización y la cultura occidentales –es decir, cristiana– que no ha tenido la posibilidad de estropear la naturaleza en estado puro como la que podemos encontrar en esta raza de seres. No cabe duda que nos recuerda a los inocentes indios que fueron aplastados por los conquistadores españoles y portugueses para robarles el oro a cambio de unas baratijas.

Claro que no se plantea en ningún momento que en esta sociedad que nos describen no existe frío ni calor, ni hambre, ni enfermedades, ni casi existe muerte. De ser tan ideal el mundo que se nos presenta no es ni posible, auque esto último nos cuesta descubrirlo por el parecido tan asombroso que tienen los na’vi con los seres humanos iguales a ellos en todo menos en la maldad.

Todos quisiéramos dejar de ser humanos para llegar a ser como los na’vis donde no existe el dolor, ni el despertador de la mañana, ni los lunes, ni las grandes y pequeñas contrariedades de cada día. Todos querríamos vivir en un mundo ideal, tan ideal que no existe en ninguna parte y tenemos que inventarlo en los sueños y en los ordenadores para conseguir un mundo virtual.

Y este mundo ideal donde todo es estupendo está ahí mismo, al alcance de nuestras manos. Al menos, está al alcance de las manos del protagonista que además es paralítico y en la vida real tiene que moverse en silla de ruedas. Y qué nos sugiere la película: que si tenemos la oportunidad de cambiar de vida lo hagamos, que si podemos huir de este mundo feo y sucio, lleno de humanos ambiciosos y de lunes por la mañana y lleno también de malos ratos, que lo hagamos, que huyamos de aquí.

La existencia humana es muy gris, muy triste y muy sin sentido. Son muchos «muys» ¿no les parece? Y si además tenemos alguna deficiencia o alguien la tiene —y quién no tiene algún defecto, sobre todo físico—, pues que se vaya y no nos moleste que queremos vivir sin preocupaciones.

Después de esta dosis de pesimismo antropológico y de existencialismo simplón la conclusión es clara: el hombre es malo y este mundo no tiene remedio. O nos inventamos un Pandora donde poder refugiarnos de la que está cayendo o no podremos ser felices nunca.


4. La tentación de huir

Pero esto es un engaño, una vulgar y enorme trampa en la que no podemos caer. La película es una película, de acuerdo. Y todo lo demás también es una película. Y el argumento es falso.

Los humanos no somos perfectos. Esto es una verdad que nos debemos repetir cada día para aceptarnos como somos. Basta con mirarnos al espejo cada mañana para descubrir de qué material estamos hechos. Pero no ser perfecto no quiere decir que seamos unos seres malvados, sin remisión, corrompidos para siempre.

La naturaleza humana es una naturaleza dañada que por un misterio que no acabamos de comprender tiende al mal, aunque desea el bien. Pero esta naturaleza dañada no está incapacitada para el bien, al contrario, está dirigida hacia el bien, aunque no sin esfuerzo personal. Todos los hombres podemos mejorar y no somos un caso perdido. Estamos en construcción porque cada día nos podemos hacer un poco más y un poco mejor que el día anterior.

Y sobre todo, los hombres no estamos solos. Hay un ser superior que es el Dueño de la creación, del universo y de la naturaleza y también es nuestro dueño que no nos ha abandonado. Hay pruebas de esto, sucedió hace dos mil años. El hombre no es un aparato estropeado, sino la imagen del Dios vivo creado para su amor. Y este hombre imperfecto y dañado, pero libre, existe y es real, es lo único real que existe en el mundo. Todo lo demás es la película que vemos y nos entretiene hasta que se termina y salimos de nuevo a la calle.

Que no nos guste este mundo, sus guerras, sus ambiciones, sus abusos y perversiones, no significa que no podamos mejorarlo, ni que resulte imposible esa tarea. Yo diría que es la razón para animarnos a transformarlo. Y para cambiarlo es necesario quedarse aquí, no huir como unos cobardes a otros mundos fantásticos hechos a la medida de nuestros deseos y comodidades, sino tener la gallardía y el coraje de arriesgarse a ennoblecer este mundo que tenemos tan abandonado.

Y si otros no quieren trabajar en este empeño y prefieren abandonar, si les resulta más cómodo dedicarse a sus pequeños mundos y a sus sencillas ocupaciones, esta película, a mí, por lo menos, me anima a quedarme aquí y aferrarme a la realidad más cotidiana, a cada lunes y a cada contrariedad, a la vida real. Así pues, que se vayan enterando, que yo me quedo.■

Felipe Pou Ampuero

[1] Licia Pereira, El curioso éxito de Avatar, www.zenit.org, Roma, 6 de marzo de 2010.

1 comentario:

Ion Egúzkiza dijo...

Hola Felipe. Lamento no estar de acuerdo contigo. La vi el fin de semana pasado y no me produjo ninguno de los efectos que mencionas. La tentación de huir de la realidad está siempre presente y creo que de vez en cuando no va mal caer en ella (¿por qué leemos si no cuentos de hadas?). Tampoco tengo claro que las intenciones del director y productores sean las que dices, al menos no he leído nada suyo en ese sentido. Tal vez te ha podido tu formación filosófica. El problema que veo en lo que escribes es que puede alertar a algunos, cuando el peligro, en mi opinión, es más teórico que real (como cuando algunos difundieron la especie de que los libros de Harry Potter eran peligrosos).

Pienso que la película ha arrasado por su espectacularidad (supongo que la has visto y estás de acuerdo conmigo en esto). En efecto, plantea una espiritualidad con la que la gente puede conectar, pero no porque sea "esa" espiritualidad, sino porque la gente necesita lo sobrenatural. Y ahí estamos los cristianos, que deberíamos aprovechar ese pase al hueco.