sábado, febrero 28, 2015

81. Roma está en llamas

TEMAS: Vida pública, sentido.
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RESUMEN: 1. La cuestión es el modo en que cada uno nos situamos frente a la vida: como simples espectadores que miramos de forma pasiva lo que sucede, o como actores de la realidad.

2. No arriesgarse a buscar la justicia ya es una injusticia para con los que la padecen. Permanecer pasivos ante el mal, ante el engaño, ante la corrupción, ante la componenda ya es hacernos cómplices de todo eso.

3. Cada día resulta más apremiante la formación de las conciencias y de los corazones, cada día son más necesarios ciudadanos con discernimiento del bien y del mal, capaces de amar el primero y rechazar el segundo.



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Roma está en llamas. Y el problema no es quién lo empezó. Ellos ya se fueron. El problema somos nosotros. Todos. Que no hacemos nada, que tratamos de esquivar lo malo. Y hay gente allá afuera, en todo el mundo, que luchan para que todo sea mejor. ¿Cree que es mejor fracasar intentándolo, que intentar fracasar?
-¿Pero cuál es la diferencia si terminas en el mismo lugar?
-Por lo menos lo intentaste.

Roma está en llamas. Este diálogo entre el profesor Malley (Robert Redford) y su alumno Todd Hayes (Andrew Garfield) en la película Leones por corderos nos pone ante la cuestión del modo en que cada uno nos situamos frente a la vida: como simples espectadores que miramos de forma pasiva lo que sucede, o como actores de la realidad y de nuestra propia vida.

Porque si no estamos conforme con lo que está sucediendo —política, corrupción, abortos, desinformación, falta de liderazgo, etc. — la respuesta no es la queja, ni la protesta estéril. La respuesta no les corresponde a los políticos como si solamente ellos fueran los responsables de lo que sucede.

Acaso no les hemos votado. Acaso no les hemos dejado estar donde están. Acaso no les estamos manteniendo en el poder con nuestro apoyo silencioso y complaciente. ¿No será que nos resulta incómodo hacernos responsables de lo que está sucediendo? Pero no podemos dejar de ver la realidad: la realidad es terca y se empeña en ser real. No podemos seguir engañándonos: Roma está ardiendo.

La corrupción de la justicia tiene dos causas: la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso (TOMÁS DE AQUINO, Expositio super Iob 8, 3). Si la sociedad está en llamas no podemos quedarnos quietos y mirar para otro lado. Hay que apagar el fuego, hay que ayudar, tenemos que hacernos cargo de la situación porque el solo hecho de no hacer nada, de mirar para otro lado ya es una manera de actuar.

No arriesgarse a buscar la justicia ya es una injusticia para con los que la padecen. Permanecer pasivos ante el mal, ante el engaño, ante la corrupción, ante la componenda ya es hacernos cómplices de todo eso. Es la manera de permitirlo.

Una de las mayores afrentas a la dignidad de toda persona es y ha sido en todos los tiempos la injusticia y la mejor colaboración de los justos con los opresores es la pasividad. Los injustos cuentan con la indiferencia de los prudentes para perpetrar su maldad.

Roma está ardiendo y es necesario apagar el fuego. Pero seguirá siendo necesario ser justos y tratar con justicia a los incendiarios. Ninguna acción mala se justifica por el fin perseguido. Por apagar el fuego no podemos convertirnos en modernos incendiarios. Cada día resulta más apremiante la formación de las conciencias y de los corazones, cada día son más necesarios ciudadanos con discernimiento del bien y del mal, capaces de amar el primero y rechazar el segundo.




Bibliografía consultada
1.      Rafael Monteverde, Leones por corderos, Entrelascumbres.blogspot.com.es

2.      Gabriel Mora, El discernimiento de lo justo y de lo injusto: un fuerte antídoto contra el veneno de los poderosos, en Díkaion, Revista de Fundamentación Jurídica, Universidad de La Sabana, dikaion.unisabana.edu.co

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