sábado, febrero 14, 2015

80. Sí, quiero.

Fecha: 14 de febrero de 2015


TEMAS: Familia, matrimonio.
* * * * *

RESUMEN: 1. El matrimonio no es solamente un papel, un contrato que se firma.

2. Y para estar seguro de quien es la persona con la que pretendo casarme no me sirve de nada compartir casa y cama con ella, sino saber lo que pasa por su cabeza y por su corazón.

3. Muchas felicidades a todos los enamorados y las enamoradas, que los hay a miles disfrazados de padres y madres de familia. Gracias a todos por hacer este mundo mejor.


* * * * *

Hoy es 14 de febrero, día de San Valentín y es costumbre celebrar el día de los enamorados. Algunas parejas se felicitan y se entregan regalos de cariño que les hace presente su amor. Pero el amor de un hombre y de una mujer tiene su mayor expresión en el matrimonio que es la entrega total del uno al otro recíprocamente. Como es entrega, lo que se entrega se dispone y ya no se pertenece.

El matrimonio no es solamente un papel, un contrato que se firma delante de un sacerdote, un juez, un alcalde. No, el matrimonio es un compromiso de amor que, si es sincero, necesariamente debe ser definitivo, para siempre.

El matrimonio significa decir al cónyuge que para siempre será la persona que más amaré en esta vida. Y —como nadie puede dar lo que no tiene— eso solamente lo puede decir una persona que sea dueña de sí misma y, por tanto, pueda disponer de toda su vida.

Para querer a una persona, ¡no seamos ingenuos!, no hay que ponerla a prueba. Todos sabemos que cuando se prueba no se trata de la misma forma que si ya fuera nuestro. La razón es que cuando se prueba, por definición, no nos pertenece. La convivencia a prueba no es igual que una convivencia en firme, sin paso atrás, donde es necesario comprender al otro, conocer al otro, aceptar al otro tal y como es y, sobre todo, quedarse al lado del otro para siempre.

Por el contrario, lo que sí es de todo punto necesario para saber si un matrimonio va a funcionar es conocer a la persona con la que se quiere contraer matrimonio. Conocerla no como quien conoce a un amigo o a un compañero del trabajo, ni siquiera como se conoce al amigo de toda la vida. No se trata de ese conocimiento porque con todos los anteriores no hay que compartir la vida, las alegrías y las penas, la salud y la enfermedad, aunque algunas de esas cosas se puedan vivir en compañía.

Conocer al cónyuge es saber quién es realmente. Es decir, qué piensa de la vida y de la muerte; que es lo que le hace realmente feliz; por qué estaría dispuesto a dar la vida; qué piensa de la familia, de los hijos y del amor para toda la vida, entre otras cosas. Porque es importante conocer a la persona con la que quiero compartir mi vida y no llevarme sorpresas al poco tiempo de estar casados al descubrir que lo blanco era de colores y que cuando dijo a rayas quiso decir con cuadrados…

Y para estar seguro de quien es la persona con la que pretendo casarme no me sirve de nada compartir casa y cama con ella, sino saber lo que pasa por su cabeza y por su corazón. Y eso realmente lo afirman sus hechos y su conducta y no las bonitas declaraciones de amor que el tiempo y el olvido pueden borrar.

Ya lo sabemos: “obras son amores y no buenas razones”.

Por cierto, muchas felicidades a todos los enamorados y las enamoradas, que los hay a miles disfrazados de padres y madres de familia. Gracias a todos por hacer este mundo mejor.



Bibliografía consultada


Aceprensa,  El romance de toda una vida,  William Lloyd Stearman, blog Family Edge.

No hay comentarios: