Fecha: 14 de febrero de 2015
TEMAS: Familia, matrimonio.
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RESUMEN: 1. El matrimonio no es
solamente un papel, un contrato que se firma.
2. Y para estar seguro de quien es la persona con la que pretendo
casarme no me sirve de nada compartir casa y cama con ella, sino saber lo que
pasa por su cabeza y por su corazón.
3. Muchas felicidades a todos los enamorados y las enamoradas, que
los hay a miles disfrazados de padres y madres de familia. Gracias a todos por
hacer este mundo mejor.
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Hoy es 14 de febrero, día de San Valentín y es costumbre celebrar
el día de los enamorados. Algunas parejas se felicitan y se entregan regalos de
cariño que les hace presente su amor. Pero el amor de un hombre y de una mujer
tiene su mayor expresión en el matrimonio que es la entrega total del uno al
otro recíprocamente. Como es entrega, lo que se entrega se dispone y ya no se
pertenece.
El matrimonio no es solamente un papel, un contrato que se firma
delante de un sacerdote, un juez, un alcalde. No, el matrimonio es un
compromiso de amor que, si es sincero, necesariamente debe ser definitivo, para
siempre.
El matrimonio significa decir al cónyuge que para siempre será la persona
que más amaré en esta vida. Y —como nadie puede dar lo que no tiene— eso
solamente lo puede decir una persona que sea dueña de sí misma y, por tanto,
pueda disponer de toda su vida.
Para querer a una persona, ¡no seamos ingenuos!, no hay que
ponerla a prueba. Todos sabemos que cuando se prueba no se trata de la misma
forma que si ya fuera nuestro. La razón es que cuando se prueba, por definición,
no nos pertenece. La convivencia a prueba no es igual que una convivencia en
firme, sin paso atrás, donde es necesario comprender al otro, conocer al otro,
aceptar al otro tal y como es y, sobre todo, quedarse al lado del otro para
siempre.
Por el contrario, lo que sí es de todo punto necesario para saber
si un matrimonio va a funcionar es conocer a la persona con la que se quiere contraer
matrimonio. Conocerla no como quien conoce a un amigo o a un compañero del
trabajo, ni siquiera como se conoce al amigo de toda la vida. No se trata de
ese conocimiento porque con todos los anteriores no hay que compartir la vida,
las alegrías y las penas, la salud y la enfermedad, aunque algunas de esas
cosas se puedan vivir en compañía.
Conocer al cónyuge es saber quién es realmente. Es decir, qué
piensa de la vida y de la muerte; que es lo que le hace realmente feliz; por qué
estaría dispuesto a dar la vida; qué piensa de la familia, de los hijos y del
amor para toda la vida, entre otras cosas. Porque es importante conocer a la persona
con la que quiero compartir mi vida y no llevarme sorpresas al poco tiempo de
estar casados al descubrir que lo blanco era de colores y que cuando dijo a
rayas quiso decir con cuadrados…
Y para estar seguro de quien es la persona con la que pretendo
casarme no me sirve de nada compartir casa y cama con ella, sino saber lo que
pasa por su cabeza y por su corazón. Y eso realmente lo afirman sus hechos y su
conducta y no las bonitas declaraciones de amor que el tiempo y el olvido
pueden borrar.
Ya lo sabemos: “obras son amores y no buenas razones”.
Por cierto, muchas felicidades a todos los enamorados y las
enamoradas, que los hay a miles disfrazados de padres y madres de familia. Gracias
a todos por hacer este mundo mejor.
Bibliografía consultada
Aceprensa, El romance de toda una vida, William
Lloyd Stearman, blog Family Edge.
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