martes, diciembre 26, 2023

117. Hombres y mujeres

 

No se alcanza la felicidad contra la propia naturaleza.

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“Dios creó el hombre a imagen suya (...) hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27). Si tuviera que hablar con propiedad no podría decir que en el mundo hay personas, porque el término “persona” es una construcción intelectual. En el mundo lo que hay son hombres y mujeres.

Nacemos con un sexo determinado que no elegimos, sino que nos viene dado con nuestra naturaleza. Somos hombres o mujeres. Y el sexo no es una circunstancia de la persona, todo lo contrario: el sexo determina el tipo de persona que cada uno somos. El sexo de cada uno constituye su forma de ser persona. Unos serán hombres y otras serán mujeres.

Pero como los humanos somos el resultado de una unión inseparable del cuerpo y del espíritu, el sexo de cada cual determina su forma de ser humano. El sexo no es un accidente del que se pueda prescindir en un momento dado. Cada uno vive, siente, se expresa, piensa, ama y desea como lo que es: es decir, unos como hombres y otras como mujeres.

Esta determinación significa que para entender la sexualidad humana no sirve la analogía con la sexualidad animal, como una simple función reproductora. El sexo es más que una función concebida para perpetuar la especie. La sexualidad humana participa de todo lo humano y, en concreto, participa de lo que es esencial y propio de los humanos como es su capacidad de amar y de ser amados.

La sexualidad humana supera la reproducción biológica y manifiesta lo que la biología no alcanza a expresar por sí sola: el amor. Así es, la sexualidad está destinada y llamada al amor que se expresa en un matrimonio verdadero de un hombre con una mujer comprometidos por amor para siempre y abiertos a la vida. Porque la dignidad de cada persona exige que sólo se pudiera convocar  una nueva vida a este mundo por medio del amor de un hombre y una mujer.

Si el sexo determina la manera de ser persona de cada uno, el sexo se convierte en una oportunidad para ser mejor persona; para entender el desarrollo personal como un hombre o como una mujer. Y es que solamente se puede desarrollar la naturaleza propia de cada uno aceptándola como es y no tratando de cambiarla.

Al comprender que la sexualidad forma parte integral y no accesoria de cada persona podemos ver en cada hombre y en cada mujer una persona en lugar de ver un cuerpo o una simple cosa manipulable, disponible y venal.

Comprender la sexualidad humana desde la creación del hombre nos permite entender que la propia sexualidad no es una limitación o una carga que debamos soportar (a pesar de las concepciones culturales erróneas existentes), sino que es una oportunidad para crecer como persona y que la propia felicidad nunca la podremos encontrar al margen de nuestra propia naturaleza.

 

Bibliografía

1. Gaudium et Spes, n. 15 y ss.

2. Catecismo Iglesia Católica, n. 2331 y ss.

3. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Pontificio Consejo “Justicia y Paz”. n. 110, 223.

4. “Varón y mujer los creó” – Documento sobre la cuestión de género en educación. Congregación para la educación católica. Roma, 2019.