Creados a imagen
y semejanza de Dios.
* * * * *
Dios no tiene necesidad de crear
el universo. Pero no se queda encerrado en sí mismo sino que quiere compartir
la riqueza de su ser dando el ser a una infinidad de seres que reflejan su
poder y su gloria. El hombre también ha sido creado por Dios. Dios ha creado
todo lo que existe, visible e invisible. Cada uno de nosotros no nos hemos
hecho a nosotros mismos, sino que Dios nos ha creado de una determinada manera,
tal y como somos.
En la creación Dios mira al
hombre: “vio” dice la Escritura (Gn, 1,31) y vio que era bueno. La primera
mirada del Creador al hombre es una mirada de amor. La misma mirada que hace
levantarse de la mesa de los impuestos a Mateo, la misma mirada que perdona a
la mujer sorprendida en adulterio.
El hombre es creado a imagen y
semejanza de Dios y es un ser al mismo tiempo corporal y espiritual. Dios ha
dejado su huella divina en el hombre que, por esto, es imagen divina. Esta
imagen divina convierte al hombre en superior al resto de todo lo creado y
lleva implícito el respeto a toda la creación porque también es obra de Dios.
Pero el hombre es superior a los animales. El aliento de vida que sopla Dios
sobre el cuerpo del hombre le hace capaz de conocer a los demás animales y de
imponerles el nombre al mismo tiempo que se reconoce distinto de ellos.
El cuerpo viene del barro que, a
su vez, como toda la materia, también procede de Dios. Nada impide que el
cuerpo humano pueda proceder de la evolución de las especies, aunque no está
demostrado. Pero el espíritu es divino, no procede de la materia ni de ninguna
evolución. El alma es creada por Dios directa y personalmente para cada uno y
es irrepetible. Pero Dios quiere a cada hombre en su totalidad, cuerpo y alma,
y no es lícito al hombre despreciar su cuerpo porque es imagen de Dios.
La Biblia con su lenguaje a veces
sencillo a los ojos de la ciencia nos habla de un más allá de lo científico,
nos habla del origen absoluto de todas las cosas con independencia de que
existan a través del concurso de acontecimientos de orden natural que no
conocemos porque escapan a nuestra comprensión o simplemente porque ya han
desaparecido y nunca estarán más que al alcance de la hipótesis científica.
Los hombres venimos al mundo con
un manual de instrucciones que se llama naturaleza humana que no solo se
refiere al funcionamiento de nuestro cuerpo, sino que también incluye un manual
de uso de nuestra libertad adecuado a nuestra dignidad humana que es la ley
natural inscrita en nuestro corazón y que se plasma en los diez mandamientos de
la ley de Dios.
Bibliografía
1. Génesis,
1 y 2.
2. Gaudium
et Spes, n. 12 y ss.
3. San
Juan Pablo II, la Creación, folletos Mundo Cristiano, n.434
4. Catecismo
Iglesia Católica, n. 355 y ss.
5. Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia. Pontificio Consejo “Justicia y Paz”.
6. Pedro
Urbano López de Meneses, Creó Dios en un principio. Rialp, Madrid, 2016.
7. Pío
XII, Enc. Humani generis, 12 agosto 1950.
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