Importa mucho
conocer la realidad que nos rodea.
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Las cosas son lo que son, ¿y qué
es lo que son las cosas?, pues lo que son. El único dato cierto y seguro es la
realidad de todo lo que nos rodea. Si no acertamos sobre lo que son las cosas y
nosotros mismos andaremos por la vida confundidos.
La cultura actual no reconoce la
realidad de las cosas y esta situación provoca que el hombre moderno no llame a
las cosas por su nombre y piense que la realidad es su propia opinión sobre la
realidad, que no es lo mismo.
El hombre actual tiende a vivir
de emociones y sentimientos: a mí me parece…, yo siento… Y se olvida que las
cosas son lo que son y que su realidad más íntima es la que las define. No se
trata tanto de cambiar las palabras y llamar a las cosas de otra manera para
intentar evitarlas. Esto es intentar engañarse con eufemismos. El problema es
no reconocer lo que está delante de nuestros ojos y vivir equivocados. Pensar
que cada uno puede seguir sus propias normas morales; creer que la importancia
de los sucesos depende de la emoción que nos causen y no de su propia
trascendencia objetiva; entender que sólo existe aquello que siento y padezco,
mientras que la realidad que no siento es como si no existiera.
Nosotros somos hombres y mujeres actuales
y ésta es la cultura en la que vivimos. Podemos dejarnos llevar por la
corriente y pensar que las cosas son lo que cada uno entiende que son o podemos
pensar y razonar que las cosas son lo que son, su propia realidad objetiva: lo
sienta o no lo sienta, me emocione o me deje frío, lo entienda con mis razones
o no entienda nada. Porque al final, y eso es lo que importa, las cosas son lo
que ellas mismas son.
Por todo esto, pienso que nos
importa mucho conocer la realidad que nos rodea, comprenderla y, sobre todo,
descubrir la realidad más íntima de las cosas para no ir despistados por la
vida. Hay cosas que son importantes y otras que no lo son, aunque nos parezca
lo contrario; hay algunas cosas, pocas, pero algunas, que son fundamentales en
mi vida: no todo da igual. Hay cosas que están bien y otras que están mal,
sienta yo lo que sienta. Y de que acertemos en vivir nuestra vida conforme a la
realidad de las cosas y no despistados depende que vivamos una vida con sentido
o no.
Para esto es bueno empezar por
conocer la realidad del hombre.
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