La sexualidad no es un simple accidente de la persona, es la
oportunidad para el desarrollo personal.
* * * * *
Karol Wojtyla, a la entrada del Cónclave que elegiría a Juan Pablo I,
llevaba bajo el brazo unos papeles para trabajar con el tema que por entonces
le rondaba: la Teología del cuerpo. Pocos meses después, siendo ya Juan Pablo
II la expuso a lo largo de 129 audiencias de los miércoles durante cinco años
desde septiembre de 1979 hasta noviembre de 1984.
La teología del cuerpo expresa que la dignidad del hombre y de la mujer
se reconoce desde un cuerpo de varón y un cuerpo de mujer sexuados y creados
por Dios que se ha hecho Hombre. Las conclusiones de esta nueva visión del
hombre son las siguientes:
- El sexo es constitutivo de
la persona. Hasta ahora se consideraba el sexo como un
accidente inseparable de la persona: Juan es inteligente, alto, ágil y es
varón, pero Juan es persona. Sin embargo, la realidad no es así. Juan tiene
muchos atributos: alto, inteligente, ágil. Pero Juan «es» varón. El sexo es
constitutivo de la persona y no solamente un atributo de la misma. Porque el
hombre y la mujer no tienen un sexo determinado, son su sexualidad, es decir,
son corporales, son sexuados, porque la sexualidad es estructural en lo
corpóreo, psíquico y espiritual, no es sólo una diferencia genital.
- El significado esponsal del
cuerpo. Si la persona es capaz de amar por medio de su sexualidad entonces la
persona debe ser tratada con amor. Amar significa tratar al ser humano con una
dignidad especial y no como un objeto.
- La complementariedad
varón-mujer es ontológica. Que
el varón y la mujer se complementan es algo que ya demostraba la biología y la
psicología. Pero existe un tercer nivel donde también se complementan y del que
nadie hablaba. Reside en el plano del ser: la manera de ser persona como varón
y como mujer. Se puede hablar de dos tipos de personas: la masculina y la
femenina.
Como la persona entera es hombre o mujer, la unidad del cuerpo y del
alma se extiende a todos los rincones de la existencia humana. No se puede
limitar la sexualidad humana a la procreación. El sexo lejos de ser un
privilegio o una discriminación, supone la oportunidad para el propio
desarrollo y la realización personal de cada uno.
Para el cristiano el término "diferente'' es sinónimo de Creación.
Nada hay igual en la Creación del universo. Ni dos pájaros, ni dos piedras, ni
dos margaritas, ni mucho menos, dos mujeres o dos hombres. La diferencia es el
sello divino de la Creación y en cada diferencia se muestra el amor concreto de
Dios por cada criatura.
La aceptación de la naturaleza humana como algo que nos viene dado, con
lo que nacemos, supone aceptar que Dios nos ha dado esa naturaleza desde el
amor y nos hace entender que aceptar la Creación en nosotros mismos es el mayor
bien que podemos hacernos y es la única manera de realizarnos
BIBLIOGRAFÍA
2. Varón y Mujer: ¿Naturaleza o Cultura? Jutta Burggraf
3. Varón y mujer. Una diferencia que cuenta. Antonio Malo Pé.
4. Blanca Castilla de Cortázar Larrea, Varón y mujer en la “teología del cuerpo” de Karon Wojtyla, www.arvo.net, 2 de marzo de 2006.
5. Eduardo Terrasa, Posibles desencuentros entre yo y mi cuerpo, Nuestro Tiempo, noviembre 2005, nº. 617, p.70.
6. Natalia López Moratalla, No existe un cerebro unisex, Entrevista publicada en ALBA, octubre 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario