TEMAS: Cuerpo,
Pudor, Persona, Amor.
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RESUMEN: 1. ¿Por qué el mundo moderno no entiende el mensaje de la Iglesia —que
es el mensaje de Dios— sobre el amor humano? Es la gran pregunta que sigue
queriendo responder una y otra generación.
2. Entre
muchos cristianos ha quedado una visión un tanto negativa del cuerpo humano y
de su sexualidad que les hace pensar que el cuerpo es un obstáculo para su vida
espiritual. Sin embargo, esta visión dualista del cuerpo y del alma es falsa y
errónea.
3. El error de
la cultura moderna consiste en una defectuosa apreciación del cuerpo y de su
sexualidad. Si el cuerpo fuera solamente un objeto de posesión —por muy valiosa
que fuera esa posesión—, el cuerpo no participaría de la dignidad de la persona.
4. El sexo es
constitutivo de la persona y no solamente un atributo de la misma. De tal
manera que podría decirse que no existen personas, lo que existen son varones y
mujeres. No se puede separar el sexo de la persona porque entonces la persona
queda incompleta e indefinida y el cuerpo convertido en cosa, no en persona.
5. La manera
masculina de darse a los demás consiste en salir de uno mismo y buscar y cuidar
del otro. Pero la manera femenina de amar consiste en acoger y aceptar al otro
y tenerlo dentro de sí e integrarlo en su propia vida.
6. Dios ha
confiado a los hombres y mujeres la misma construcción de la historia y el
desarrollo del mundo de manera que sea por medio de la colaboración entre el
varón y la mujer como se realice el verdadero progreso.
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SUMARIO: 1. A los cuarenta años.- 2. Platón.- 3. El
giro antropológico.- a) El sexo es constitutivo de la persona.- b) El significado esponsal del cuerpo.- c) La complementariedad varón-mujer es
ontológica.- d) Varón y mujer son una unidualidad relacional.
1. A los cuarenta años
El 25 de julio de 2008 se
han cumplido los cuarenta años de la profética encíclica del Papa Pablo VI Humanae
Vitae. Curiosamente esta encíclica que trata sobre la vida humana trata
sobre el amor humano de un hombre y una mujer, sobre el amor de los esposos. El
Papa quería explicar el amor al hombre moderno del siglo XX porque a todas
luces era evidente que el hombre moderno no sabía amar.
¿Por qué el mundo moderno
no entiende el mensaje de la Iglesia —que es el mensaje de Dios— sobre el amor
humano? Es la gran pregunta que sigue queriendo responder una y otra
generación. En el aprendizaje del amor nos va la vida porque en eso mismo nos
va la verdadera felicidad de cada hombre. Para el hombre moderno, acelerado por
el ritmo de la informática, ser feliz es disfrutar, estar satisfecho. El hombre
se relaciona con cosas y busca la felicidad en las cosas de tal manera que
acaba por convertir a cuantos le rodean en cosas también a las que puede
desear, que le pueden satisfacer. Sin embargo, el hombre moderno no es feliz
porque aunque tenga muchas cosas no tiene amor verdadero.
2. Platón
Durante mucho tiempo, la
teología cristiana tuvo una fuerte influencia de la filosofía de Platón que
ponderaba la bondad del alma y tenía cierta tendencia a menospreciar el valor
del cuerpo[1].
Los discípulos de Platón llegaron a exagerar esta dualidad de alma y cuerpo
—espíritu y materia— y con el correr del
tiempo ciertos movimientos
pseudo-religiosos, como el maniqueísmo y el gnosticismo, llegaron al extremo de
condenar la materia por considerarla corruptible y mala y a despreciar el
cuerpo y rechazar el mismo matrimonio como una realidad sucia y fea, debido a
la dimensión sexual que el cuerpo comporta.
La Iglesia condenó estas
corrientes erróneas, pero entre muchos cristianos ha quedado una visión un
tanto negativa del cuerpo humano y de su sexualidad que les hace pensar que el
cuerpo es un obstáculo para su vida espiritual. Sin embargo, esta visión
dualista del cuerpo y del alma es falsa y errónea. Es cierto que lo espiritual
tiene prioridad sobre los material, el alma sobre el cuerpo, pero también es
cierto que «El hombre, siendo a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe
las realidades espirituales a través de signos y símbolos materiales»
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1146).
La hipersexualización de
nuestra sociedad moderna también tiene su causa en este mismo error, al infravalorar
la sexualidad humana. La obsesión por el sexo de la sociedad actual tiene su
origen en el vacío de amor que sufre el hombre moderno por haber abandonado a
Dios. Se ha sustituido la búsqueda del verdadero amor por el placer intenso e
instantáneo que proporcionan las relaciones sexuales. Pero luego el hombre
queda más vacío que antes porque el placer sólo no satisface el corazón humano.
Esto demuestra que el
error de la cultura moderna consiste en una defectuosa apreciación del cuerpo y
de su sexualidad. Si el cuerpo fuera solamente un objeto de posesión —por muy
valiosa que fuera esa posesión—, el cuerpo no participaría de la dignidad de la
persona[2].
Los hombres no tenemos un
cuerpo como quien tiene un reloj o una camisa. Más bien somos corporales y no
somos nuestro reloj. Porque el cuerpo no se tiene sino que forma parte de mí y
al «usar» mi cuerpo estoy «usándome».
3. El giro antropológico
Karol
Wojtyla, a la entrada del Cónclave que elegiría al sucesor de Pablo VI, llevaba
bajo el brazo unos papeles para trabajarlos si le sobraba tiempo con el tema que
por entonces le rondaba: la Teología del cuerpo[3].
Pocos meses después, siendo ya Juan Pablo II la expuso a lo largo de 129
Audiencias de los miércoles durante cinco años desde septiembre de 1979 hasta
noviembre de 1984.
La
visión del hombre de
a)
El sexo es constitutivo de la persona. Hasta ahora el pensamiento que
hemos heredado consideraba el sexo como un accidente inseparable de la persona:
Juan es inteligente, alto, ágil y es varón., pero Juan es persona. Sin embargo,
la realidad no es así. Juan tiene muchos atributos: alto, inteligente, ágil.
Pero Juan «es» varón. El sexo es constitutivo de la persona y no solamente un
atributo de la misma. De tal manera que podría decirse que no existen personas,
lo que existen son varones y mujeres.
Esta
afirmación no es fácil de explicar a primera vista. Cuando nos preguntamos ¿qué
es ser persona? santo Tomás describe la persona como «ser subsistente», es
decir, ser persona consiste en que cada hombre o mujer tiene su propio acto de
ser en propiedad, que tiene una libertad interior para decidir quien quiere
ser. La persona es dueña de sí misma y nadie la puede poseer a menos que ella
misma se entregue. Pero la persona no es solamente subsistencia y
autopropiedad.
La
modernidad ha puesto de relieve otra característica de la persona que es su
comunicabilidad, su capacidad de apertura a los demás. Todo «yo» requiere un
«tú»: éste es el principio de relación descubierto por Feuerbach de manera que
Heidegger define a la persona como «ser-con».
La
intuición de
La
consecuencia fundamental de todo lo dicho es que si el sexo es constitutivo de
la persona no se puede separar el sexo de la persona porque entonces la persona
queda incompleta e indefinida y el cuerpo convertido en cosa, no en persona.
b)
El significado esponsal del cuerpo. La visión del hombre de Juan Pablo
II es que si la persona es capaz de amar entonces la persona debe ser tratada
con amor. Amar es a su vez tratar al ser humano como persona, no como un
objeto. Para tratar a una persona como tal hay que tratarla con amor.
El
cuerpo humano, con su sexualidad, manifiesta la capacidad de amar de la
persona. El cuerpo es lo que se ve de la persona y lo que se ve es un cuerpo
que puede amar y que ha sido creado para el amor. Y esto es así porque la
sexualidad humana no se acaba en su genitalidad, sino que alcanza a toda la
persona de manera que se puede amar con el cuerpo.
Pero se trata de un amor
humano, inteligente y espiritual también, de un amor que ama de una manera
definitiva y total por medio de una entrega de toda la vida. El amor que
expresa la sexualidad del cuerpo humano es un amor de promesa, que dice un «te
amaré toda la vida» y eso es el significado esponsal del cuerpo.
c) La
complementariedad varón-mujer es ontológica. Que el varón y la mujer se complementan es
algo que ya demostraban la biología y la psicología. Pero existe otro tercer
nivel donde también se complementan y del que nadie hablaba. Es el plano del
ser, la manera de ser persona como varón y como mujer. Podemos y debemos hablar
de dos tipos de personas: la masculina y la femenina.
Si lo que caracteriza a
la persona es su capacidad de amar y amar es darse a los demás, entonces
podemos concluir que existen dos maneras de darse a los demás. La manera
masculina de darse a los demás consiste en salir de uno mismo y buscar y cuidar
del otro. Pero la manera femenina de amar consiste en acoger y aceptar al otro
y tenerlo dentro de sí e integrarlo en su propia vida.
Así se puede afirmar que
no existe una sola manera de ser persona, sino que existen dos maneras de ser
persona y que a cada uno nos corresponde la manera de ser persona que determina
nuestra sexualidad. Así Juan vivirá la vida y todo lo que ello lleva consigo
como la viven los varones y María la vivirá como la viven las mujeres.
d) Varón y mujer son una unidualidad relacional. Si la sexualidad define a la persona y hace
al varón y a la mujer distintos como personas porque tienen distintas maneras
de ser personas, estamos afirmando que son distintos pero que los dos son
personas. Varón y mujer son igual de personas pero distintos en la manera de
ser personas. Y esta igualdad y esta diferencia es lo que Juan Pablo II ha
denominado «uni-dualidad» para querer expresar que es una unidad de los dos:
unidad en la persona y dualidad en la manera de ser.
Es la unidad de los dos la que permite que cada uno —varón y
mujer— pueda sentir la relación con el otro sexo como enriquecedora y creativa.
De esta unidad de los dos es de donde nace la familia y es el lugar digno para
la llamada a la vida de cada uno de los hijos.
Pero esta unidad de dos
no se limita solamente a la procreación y a la vida de familia, sino que Dios,
por medio de la unidad de los dos, ha confiado a los hombres y mujeres la misma
construcción de la historia[4]
y el desarrollo del mundo de manera que sea por medio de la colaboración entre
el varón y la mujer como se realice el verdadero progreso en el mundo para
hacerlo más humano.
Es claro, que todas estas
intuiciones de Karol Wojtyla, luego Juan Pablo II, suponen una revolución
pacífica en el pensamiento y en la visión del hombre que tendrá unas
consecuencias enormes en la cultura y en el ordenamiento social del presente
siglo XXI.
[1] Adolfo J. Castañeda, ¿Qué
es la Teología del cuerpo?, www.catholic.net
[2] Eduardo Terrasa, Posibles
desencuentros entre yo y mi cuerpo, Nuestro Tiempo, noviembre 2005, nº.
617, p.70.
[3] Blanca Castilla de
Cortázar Larrea, Varón y mujer en la “teología del cuerpo” de
Karon Wojtyla, www.arvo.net, 2 de marzo
de 2006.
[4]