RESUMEN: Santificar
las fiestas es hacerlas santas y agradables al Señor.
Catecismo
Iglesia Católica nn. 2168 a 2195.
Tercer
mandamiento: «Santificarás las fiestas».
1. Santificar
las fiestas es lo mismo que convertir todas las fiestas en santas, es decir, en agradables al Señor. Es convertir
los días de fiesta en días llenos de cosas buenas y, sobre todo, llenos de
Dios. Son santos los días dedicados a adorar a Dios, a darle gloria.
El
tercer mandamiento proclama la santidad de sábado: “El
día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor” (Ex 31, 15). El sábado representa la
coronación de la primera creación, es el día en que Dios vio que era bueno y descansó. Pero a la primera creación le sucede
la nueva creación inaugurada por la resurrección de Cristo que sustituye el
sábado por el domingo o día del Señor en que se recuerda la resurrección de Cristo.
En el Evangelio Jesús da ejemplo de respetar y santificar el
sábado, pero con su autoridad enseña la verdadera interpretación de esta ley al
señalar que: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para
el sábado” (Mc 2, 27).
El mandamiento precisa que el domingo y las demás fiestas de
precepto hay obligación de participar en la misa. Se cumple con el precepto
cuando se asiste a la misa en rito católico tanto el día de la fiesta como el
día anterior por la tarde.
2. Durante el domingo y las fiestas de precepto no se deben
realizar trabajos o actividades que impidan dar a Dios el culto debido y vivir la alegría propia de la
Resurrección. Santificar las fiestas forma parte, junto con la adoración y la
alabanza, de la virtud de la religión que se contiene en los tres primeros mandamientos.
Las necesidades familiares pueden ser una legítima excusa para
faltar al descanso dominical, pero se debe cuidar de no convertir la excusa en
un hábito que haga desparecer el sentido del domingo como día dedicado al Señor
convirtiendo en norma las excusas para acabar no santificando las fiestas.
3. El domingo es el día en que se asiste a la parroquia que es una comunidad de fieles que celebran juntos la
resurrección del Señor. Es bueno recordar que la expresión pública del culto a
Dios en la fiesta del domingo en la parroquia es un derecho de cualquier
ciudadano a vivir y expresar sus creencias religiosas y además es un deber del
poder público garantizar este derecho en convivencia pacífica.
Puesto que Dios es el Bien y le corresponde toda la gloria los
cristianos tenemos derecho a dar culto público a Dios, sin obligar o violentar
a nadie, pero expresando libremente nuestras creencias.
Al santificar las fiestas en público tenemos la ocasión de sentir
la parroquia como una extensión familiar con quienes comparten nuestra misma
fe. Del mismo modo, las procesiones, romerías y demás expresiones públicas del
fervor popular, en cuanto que son actos de gloria y alabanza a Dios, son actos
lícitos y justos que no deben ser impedidos por el poder civil.
Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su
familia el tiempo y los cuidados más difíciles de prestar los otros días de la
semana. El domingo es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de
meditación, que favorecen la oración y el crecimiento de la vida interior y
cristiana.
Santificando el domingo, santificando las fiestas y santificando la
expresión popular de las fiestas se santifica la creación y se devuelve al
Señor lo que salió de sus manos santo y sin mancha.■