TEMAS: Política, elecciones.
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RESUMEN: 1. En las elecciones hay que elegir un partido político.
2. Se vota a los candidatos de
cada provincia. La abstención no cuenta.
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Han vuelto a convocar
elecciones generales para el próximo 26 de junio. Si dejamos al margen las
razones por las que ha sido necesario convocar unas nuevas elecciones puesto
que eso es ya “agua pasada que no mueve molino” creo que lo que ahora interesa
es centrarse de nuevo en el proceso electoral que inevitablemente tendrá lugar.
Hay elecciones porque hay que elegir,
hecho elemental que no debe pasar desapercibido. Nos parecerá mejor o peor,
barato o caro, necesario o superfluo, nos parecerá lo que sea, pero tenemos que
elegir. Y elegir significa escoger una opción política de entre varias y
desechar o abandonar las restantes no elegidas. Elegir implica, pues, preferir
un partido político sobre los restantes.
La democracia no exige que los
votantes pertenezcan a un partido concreto, ni tampoco exige que se
identifiquen con alguno de los partidos que se presentan a las elecciones. El
votante puede no estar afiliado a ningún partido político —lo que suele ser
habitual— y también puede no simpatizar en su totalidad con alguno de los
partidos.
Por el contrario, la democracia
sí exige que los ciudadanos elijan a sus representantes políticos para gestionar
durante su mandato legislativo los asuntos del bien común de la nación. Es
decir, que ser demócratas no supone pertenecer a ningún partido político, ni
que nos guste la política, sino elegir a los representantes políticos, o sea,
ser demócratas exige votar.
Votar puede ser un problema porque
no se puede votar a todos, ni tan siquiera se puede votar a dos partidos que
nos gustaría que llegaran a un acuerdo y gobernaran el país. Solamente se puede
votar a un partido político. Y esta elección es difícil, es comprometida y es
responsable. Sobre todo nos hace responsables porque no se vota por un día ni
por un capricho, sino que se vota para cuatro años y para una acción de
gobierno.
Antes de nada es necesario
reparar que aunque en la papeleta aparecen los nombres de unas personas que aspiran
a ser diputados y senadores en verdad no se vota a unas personas sino que se
vota a un partido político. En otros países es de otra manera, pero en España y
con la ley electoral actual no se vota a caras —por más que se anuncien caras
bonitas— sino que se votan siglas de partidos y la dirección del partido es la
que marcará el gobierno del país en las materias de educación, sanidad, economía,
impuestos, empleo, desarrollo, industria, justicia, etc.
Por eso, votar es una gran
responsabilidad para el votante que además solamente dispone de una sola opción
y si se equivoca no puede arrepentirse y cambiar su voto a mitad de
legislatura. Se puede decir con toda propiedad que “lo que se vota, votado queda”.
Por esto, a la hora de
depositar el voto en la urna, es importante lo siguiente:
a) Primero, votar: hay que votar porque el sistema electoral no
refleja la abstención. En el congreso de los diputados no existe ningún sillón
para los votos de la abstención. La abstención podrá deslegitimar a los
elegidos por falta de votos, podrá satisfacer las ansias de revancha de los que
no creen en el sistema electoral, podrán desahogar la ira de los que se sienten
engañados por los políticos traidores que incumplen sus promesas electorales, sí
la abstención podrá servir para todo eso y para más cosas, pero no sirve para
elegir a los representantes políticos.
b) Segundo, conocer a quien se vota: hay que votar con conocimiento
del candidato y del partido que representa. Quizá es una ingenuidad pretender
que leamos los programas políticos de los partidos o que acudamos a los mítines
donde se explica cada uno de los puntos principales del programa político, pero
tampoco hay que votar a ciegas o a una foto o una canción. Entre una cosa y la
otra hay un término medio. Tenemos la responsabilidad social de enterarnos qué
pretenden unos y otros y qué piensan hacer con nuestro voto.
c) Tercero, votar con la cabeza: no se vota por venganza o por
despecho, no se vota con las vísceras sino que se vota con la cabeza. Hay que
pensar, hay de sopesar las distintas opciones, hay que intentar comprender los
proyectos de futura sociedad que cada partido propone y adónde nos llevaría
cada uno de ellos y al final votar con la inteligencia y no votar solo con el
corazón.
d) Cuarto, votar con prudencia: porque la prudencia es una virtud que
significa elegir lo bueno y desechar lo menos bueno. Es la virtud del elector
que va a la urna. Ser prudentes, eso es lo que deseo para todos los españoles
en las próximas elecciones. Porque de todos los partidos estoy seguro que lo más
probable es que ninguno me convenza en su totalidad. De uno me puede gustar una
cosa, de otro me puede gustar otras cosas y de otro no me gustará ninguna.
Bueno, la primera elección irá
por ese camino, debo desechar los partidos en los que no me gusta nada de lo
que proponen. Luego, me iré quedando con dos o tres partidos que podrían ser
mis elegidos. ¡Pero tengo que elegir uno solo! Esta es la cuestión. ¿Cuál de
ellos elegir?
e) Quinto, votar por mi provincia: esto es una verdad de Perogrullo. Cada
uno de nosotros votamos donde estamos empadronados. Si estoy en Barcelona no
estoy en Madrid, y viceversa. Y en cada provincia se presentan unos partidos
concretos que no tienen que ser los mismos en todas las provincias.
No es lo mismo votar en Soria
donde sólo se eligen dos diputados que en Madrid donde se eligen 36 diputados. Y
la diferencia es esencial. Con la ley electoral actual en Soria la duda será si
salen elegidos los dos partidos más votados o solo el partido más votado. Los
votos obtenidos por los demás partidos serán votos testimoniales perdidos para
los escaños del congreso.
Por esto es importante situarse
en la provincia de cada uno y averiguar qué partidos tienen posibilidades
reales de obtener representación y elegir de entre esos partidos, sabiendo que
la elección siempre es un acto de prudencia donde se elige «lo menos bueno y se desecha lo peor».
Al día siguiente de la votación
se hará el recuento de votos y cada partido tendrá que valorar si puede
gobernar solo o necesita pactos con otros partidos. Eso dependerá, en gran
parte, de los votos que obtenga y le hayamos dado los electores y también del
estilo dialogante y realista de sus gobernantes que sepan aceptar la realidad política
tal y como es y sepan adaptarse a ella.■
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