La familia forma
parte del plan de Dios
* * * * *
El hombre no es un ser
individual, aislado de los demás, sino que por naturaleza es un ser familiar.
Esto quiere decir que los hombres nacen, crecen y viven en la familia. Una familia
que se fundamenta en el matrimonio de los padres como una unión de un hombre
con una mujer comprometidos para siempre por amor y abierta a la acogida de
nuevas vidas. La familia es una comunidad de personas unidas por el amor de los
padres que se prolonga entre los hermanos y parientes.
En el ambiente familiar el hombre
se reconoce a sí mismo en la convivencia con los demás miembros y aprende que
las verdaderas relaciones humanas se fundan en el reconocimiento de los demás y
de uno mismo por sí mismos y no por sus cualidades personales.
Es en la familia donde tiene
lugar el afecto natural que une a sus miembros que son reconocidos y respetados
en su integridad. En el ámbito familiar el hombre recibe las primeras nociones
sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por
consiguiente, qué quiere decir en concreto ser una persona.
Las relaciones entre los miembros
de la comunidad familiar están inspiradas y guiadas por la ley de la
«gratuidad» que, respetando y favoreciendo en todos y cada uno la dignidad
personal como único título de valor, se hace acogida cordial, encuentro y
diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad
profunda.
La familia se presenta como una
auténtica comunidad de personas basada en el amor de los padres que enseña que
el hombre se realiza mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar significa
dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar libre y
recíprocamente.
Porque el distintivo de la
familia es el amor. El amor de los esposos que se extiende al amor de los hijos
y los hermanos entre sí y con los demás parientes. Así como sin amor la familia
no es una comunidad de personas que comparten una vida, también sin el amor la
familia no puede vivir, crecer y desarrollarse.
En la familia se pasa del tú al
nosotros y el hombre comienza a reconocer a los demás hombres como hijos y
hermanos de unos mismos padres, como primos de unos mismos abuelos. El prójimo
no es un “individuo” de la colectividad humana; es “alguien” que, por sus
orígenes, siempre 'próximos' por una u otra razón, merece una atención y un
respeto singulares (Catecismo, 2212).
Urge devolver a la familia el
plan original del Creador y volver a vivir la familia como un plan de Dios para
cooperar en la creación del mundo y también en la creación del hombre por medio
de su desarrollo integral más allá de su nacimiento.
Y la cultura actual tiene grandes
dificultades para reconocer el valor de la familia porque no quiere entender
dos verdades fundamentales: la primera, que el hombre está llamado a vivir en
la verdad y en el amor; y la segunda, que cada hombre se realiza mediante la
entrega sincera de sí mismo (Carta a las familias, S. Juan Pablo II, n. 16).
Bibliografía
1. Instrucción
pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad.
LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española. 2001.n. 47 y ss.
2. Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia. Pontificio
Consejo “Justicia y Paz”. n. 209 y ss.
3. San
Juan Pablo II, Carta a las familias, 1994.
4. La
dignidad de la familia.
www.opusdei.org
5. Catecismo
Iglesia Católica, n.
2212
6. San Juan Pablo II, Exh. Apos.
Familiaris consortio, 22-XI-198.