Fecha:
1 de agosto de 2013
TEMAS: Ley natural.
RESUMEN: 1. Nos hemos dado
cuenta que la naturaleza es única y no tiene recambio, si se rompe o se
estropea no podemos «comprar» otra y empezar de nuevo.
2. La ley de la
naturaleza rige y gobierna también la libertad del hombre. El hombre nace con
su código ético que por ser natural al hombre es común a todos los hombres y la
ley natural no es una opción para el hombre, sino un requisito para su
existencia digna.
3. El hombre
puede escuchar su naturaleza con atención para intentar descubrir ―que no
inventar― la ley natural que gobierna su libertad y así hacer de todos y cada
uno de sus actos verdaderos actos naturales.
4. Esta atenta
escucha de la ley natural no es otra cosa sino la respuesta positiva al bien y
significa reconocerse creado y dependiente de la verdad del Ser absoluto.
1.
La naturaleza
Actualmente está
de moda ser amante de la naturaleza y respetarla. Nos hemos dado cuenta que la
naturaleza es única y no tiene recambio, si se rompe o se estropea no podemos
«comprar» otra y empezar de nuevo. También nos hemos dado cuenta que la
naturaleza nos viene dada. Podremos discutir si ha sido creada por algo a por
Alguien, si es una consecuencia de la casualidad ciega de la materia, de una
teoría (no demostrada, por cierto,) de la evolución o si tiene un Autor que la
ha creado y la sostiene en la existencia. En fin, podremos discutir el
origen de la naturaleza, pero lo cierto es que la naturaleza está ahí: como
decía el montañero experimentado «la realidad es como esa montaña que ves: está
ahí y no queda más remedio que escalarla».
La naturaleza es
un hecho que se nos presenta ante nuestros ojos y existe con independencia
nuestra, tiene sus propias reglas y sus leyes que los científicos y los hombres
estudiosos se afanan por descubrir. Me imagino que a estos científicos y
naturalistas les hará mucha gracia que les hablen de casualidades cuando
realizan un experimento tras otro para intentar descubrir ―que no inventar― la
ley natural que se esconde en la naturaleza estudiada.
Pero la
naturaleza es todo lo que se presenta ante nuestros ojos y podemos descubrir
que existe en el mundo con una existencia independiente de la nuestra. Son los
cielos y el mar, los peces y las aves, las plantas y los minerales, los
animales y los insectos, los organismos y los átomos, los fotones y las fuerzas
físicas, el magnetismo y el universo. El hombre también forma parte de la
naturaleza como un ser vivo más y, a nuestro entender, que es el conocimiento
natural más evolucionado que conocemos, el hombre es el «rey de la naturaleza»
en cuanto que es el ser natural más perfecto y que mejor se adapta a los
cambios.
El hombre también
es naturaleza, aunque nuestra naturaleza no es sólo mineral, ni biológica, ni
física, ni tan siquiera es sólo naturaleza animal por cuanto somos conscientes
que aspiramos en la vida a algo más que a vivir como el rey de los animales. El
hombre tiene conciencia, pero la conciencia no tiene un lugar físico para
instalarse: no está en el corazón, ni en el cerebro, ni en el estómago. Pero
estamos seguros que el hombre tiene conciencia y que cualquier hombre razonable
pretende hacer el bien y evitar el mal.
La naturaleza
del hombre no es un simple hecho biológico que acompaña al hombre durante su
existencia, sino que forma parte esencial de su manera de ser hombre. Es decir,
que si el hombre fuera una máquina no podría funcionar sin instalar la
conciencia como una pieza más de su naturaleza. Y con todo el conjunto de
piezas que componen la naturaleza humana el hombre puede funcionar, es decir,
puede vivir: comer, dormir, desarrollarse, relacionarse, amar, procrearse,
crear arte y proyectos de ingeniería, pasear por el campo y el sinfín de cosas
que podemos realizar y que dan a nuestra vida sentido.
La naturaleza
del hombre también tiene otra pieza distintiva del hombre respecto de los
animales: la libertad. El hombre es libre por naturaleza, por definición. Si el
hombre no tuviera libertad no sería hombre. Los romanos intuían que los humanos privados de su
libertad no eran hombres dignos, algo les faltaba. Y la lucha por la abolición de la esclavitud
no se realizó en nombre de ningún consenso parlamentario, sino como una
exigencia de la propia naturaleza de todos y cada uno de los hombres y mujeres
del mundo.
Y todo es
naturaleza, todo es respetable, el cuerpo, la conciencia, la libertad. Porque
si falta algo falta el hombre, lo que modernamente llamamos la dignidad del
hombre. Pero somos muy conscientes que no nos hemos dado la libertad, ni la
conciencia, ni el cuerpo, ni la estatura… Todo es naturaleza y todo tiene, debe
tener, unas leyes naturales que la rigen y la gobiernan. En lo que se refiere a
la naturaleza humana las leyes naturales gobiernan al hombre por entero: su
cuerpo, su conciencia, su libertad. La ley de la naturaleza rige y gobierna
también la libertad del hombre. El hombre nace con su código ético que por ser
natural al hombre es común a todos los hombres y la ley natural no es una
opción para el hombre, sino un requisito para su existencia digna.
Por ser natural
y común a todos los hombres, la ley natural puede ser accesible por la razón lo
cual permite que se pueda dialogar con los demás hombres sobre el conocimiento
de la ley natural y sobre su alcance y extensión al margen de las creencias
personales.
2.
El sentido común
Sin embargo, el
hecho de que la ley natural que gobierna la libertad del hombre pueda ser
accesible por la razón no quiere significar que ese conocimiento racional sea
evidente, espontáneo, transparente. No siempre es así. Es claro que matar a una
madre es un acto malo que no se debe hacer y si algún hombre lo hace una de
dos: o no está en su sano juicio o es un malvado que actúa contra la ley
natural porque la madre nos ha dado la vida, nos ha educado, nos quiere.
Otras veces,
discernir cómo se debe actuar, qué debo hacer y qué debo evitar, cómo debo
ejercer mi libertad en cada situación no es una cuestión que siempre sea fácil.
Pero es seguro que al realizar cada
acto, el hombre se encuentra siempre con la cuestión de la libertad y con la
elección de su forma de actuar. El mismo hecho de que el hombre deba responder
en cada uno de sus actos sobre su adecuación a la ley natural significa que la
misma ley no es un acto de la voluntad del hombre ni depende de su capricho. El
origen de la ley natural surge como un verdadero absoluto para el hombre porque
se le impone a su voluntad de la misma manera que se le impone su misma naturaleza.
El hombre puede
escuchar su naturaleza con atención para intentar descubrir ―que no inventar―
la ley natural que gobierna su libertad y así hacer de todos y cada uno de sus
actos verdaderos actos naturales, que por ser de la naturaleza del hombre son
actos humanos y evitar que sean actos animales, minerales o vegetales…
En su misma
naturaleza humana está la condición social del hombre que necesita de los demás
hombres para crecer y realizarse como persona. Por esta ley natural el hombre
nace en el seno de una unión humana de un hombre y una mujer que es algo más
que una simple unión biológica. Y por la misma ley, el hombre se socializa en
el seno de una familia que convive junto con otras familias en una localidad,
en un lugar, con unas coordenadas. Sí, la condición social del hombre impide
considerar la sociedad como un puro contrato que dependa de la voluntad de sus
otorgantes.
Esta atenta
escucha de la ley natural no es otra cosa sino la respuesta positiva al bien y
significa reconocerse creado y dependiente de la verdad del Ser absoluto. ■
Bibliografía
1.
Tomás Trigo, Verdad y libertad. Cuestiones de moral
fundamental, Eiunsa, Pamplona, 2009.
2.
Ana Marta González,
A la búsqueda de una ética universal,
Aceprensa, 26 de junio de 2009.
3.
Enrique Molina, Los fundamentos revelados de la moral
cristiana, Cuestiones de moral
fundamental, Eiunsa, Pamplona, 2009.